sábado, 12 de julio de 2025

"CUENTO DE VERANO", MI COLUMNA SEMANAL EN EL PERIÓDICO DE ARAGÓN

Me sorprendí a mí mismo escribiendo, con un dedo sobre la arena de la playa, el nombre de mi amada. Inconscientemente y con letras mayúsculas, escribí su precioso nombre en la superficie arenosa de la orilla. De pronto, una ola traicionera se estiró y se comió parte del nombre. El mar sólo me dejó las tres primeras letras: MAR. Cuando pensaba en volver a escribir las letras que se había llevado el mar, en recomponer lo borrado tan abruptamente, otra ola rompió y se zampó y arrastró para sí las tres primeras letras de mi amada. Ya no estaba en la arena su nombre. Ya no había nada. Sólo la lisa orilla. El mar, el traicionero y cautivador mar se lo había llevado en cuestión de un segundo. Sin embargo, en mi mente persistía el nombre y el recuerdo de mi amor. Pero ella no estaba aquí conmigo. Estaba lejos. Muy lejos. La echaba de menos. La echaba mucho de menos. Me imaginaba embelesado lo maravilloso que sería que ella estuviera aquí a mi lado. Pero eso no podía ser, lamentablemente. Ella estaba ahora en otro lugar, y una persona no suele poder estar en dos sitios a la vez. No obstante, yo no quería que ella estuviera en dos sitios a la vez. Nada más lejos de mi intención, por otra parte. Quería, simplemente, que estuviera aquí. Conmigo. Y sabía perfectamente que ella no podía venir a mí. De ninguna manera. Yo tenía que ir a por ella. No me quedaba otra. Así pues, resuelto, decidido, me levanté de la arena y entré poco a poco en el mar. Las aguas rodearon mis tobillos, mis rodillas... Un año atrás, un día de tormenta el mar se tragó a mi amada, inmisericordemente, y nunca volví a saber nada más de ella. Seguramente, teniendo en cuenta lo muy hermosa que era, ahora estará a la derecha de Neptuno y será toda una reina de las profundidades marinas. Así me la imagino al menos. Quizás tarde mucho en encontrarla, pero la encontraré, la encontraré en el fondo del mar, donde termina el mar. No tengo ninguna duda, desde luego que no. Ahora, las aguas del mar acarician mi cintura y tiran de mí hacia adentro. Casi oigo decir a las aguas, con voz cristalina: “Ven con tu amada, ven con tu amada”. Avanzo lentamente, hendiendo el mar con mi cuerpo. El agua ya casi me llega al cuello, y la imagen de mi amada inunda mi mente. Mi amada. Siento que dentro de muy poco la voy a encontrar…


"Cuento de verano", mi columna semanal en El Periódico de Aragón de hoy sábado 12 de julio.

Asimismo, podéis leer la columna "Cuento de verano", de Roberto Malo, en el enlace de la web del Periódico de Aragón que pongo a continuación:


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