miércoles, 30 de septiembre de 2009

RESEÑAS DE "MALOS SUEÑOS" (4)

Don Galaor reseña brevemente “Malos sueños” en el número 21 de la revista Barataria:

ROBERTO MALO o EL CUENTISTA IMPREVISTO
MALOS SUEÑOS. 2006. Libros Certeza, colección Cantela. 130 páginas.
“Doce relatos imaginativos escritos en clave de humor. Argumentos originales y, a veces, sorprendentes. Sabido es que las piezas breves ofrecen mayor dificultad de resolución si no se quiere destensar el arco del interés. Roberto Malo consigue buenos efectos en esta dirección. Su mayor acierto viene de la mano de los sueños, cuya interpretación traslada con fortuna al papel”.

Le tengo un cariño especial a “Malos sueños”. Al fin y al cabo, es mi primer libro de relatos. Y el primero siempre hace ilusión. Por cierto, pongo a continuación una información que recibí hace poco:

“Acaba de aparecer el número 25 de la colección CANTELA, editada por Libros Certeza, que se inició hace cinco años, en marzo de 2004. Es básicamente una colección de libros de relatos dedicada en su totalidad a autores aragoneses. Algunos de los volúmenes recogen también colaboraciones periodísticas de alcance literario, como el último de la colección, nº 25, titulado VEINTICUATRO LÍNEAS, del que es autor Antonio Losantos, colaborador habitual del Diario de Teruel. En esa misma línea publicó Ana Ubé su libro ALBADAS (nº 17), recopilando 52 de sus colaboraciones dominicales en el mismo diario.
La colección combina la presencia de autores jóvenes, que presentan su primera obra narrativa, como Roberto Malo con MALOS SUEÑOS (nº 10), con la de escritores veteranos, entre los que cabría destacar a Ricardo Vázquez-Prada, Antón Castro, José Verón Gormaz, José Luis Gracia Mosteo, Juan Antonio Usero, José María Serrano, Joaquín Sánchez Vallés, Francisco Javier Aguirre o José de Uña Zugasti.
Entre los autores jóvenes están Angélica Morales, Míchel Suñén, Miguel Ángel Ordovás y José Ángel Monteagudo, que tenían ya publicaciones anteriores.
Un caso particular es el de José Antonio Román Ledo, que publicó en esta colección la trilogía GASEOSAS DE PAPEL (nº 4), YOGUR GRIEGO (nº 16) y DUCHA ESCOCESA (nº 21), aunque esta última entrega, que sólo dejó titulada, debió ser escrita en su homenaje por 25 amigos suyos tras su fallecimiento en 2007. La colección se ha abierto al bilingüismo con EL CANON CIRCULAR (nº 23) de la zaragozana María Jesús Fuentes, que reside en Cataluña y ha publicado su libro en castellano y catalán simultáneamente. También en Cataluña residen Julia Emperador y Joaquín Callabed que han aportado a la colección sendos libros en los que recogen sus impresiones de lugares y paisajes visitados.
Enhorabuena a los responsables de la editorial por este número 25 de la colección Cantela, y esperamos que siga la colección con el mismo esmero, entusiasmo y calidad que hasta hoy”.

Así pues, he sido el único -de momento- que ha aparecido en la Colección Cantela sin tener un libro anterior publicado. Y tiene mucho mérito, desde luego, el apostar por un total desconocido. Siempre les agradeceré a los dos escritores responsables entonces de la Colección Cantela (José Luis Gracia Mosteo y Francisco Javier Aguirre) por decidir publicar mis cuentos.

Por cierto, José Luis Gracia Mosteo (nuestro hombre en Madrid) me presentó "Malos sueños" en la librería madrileña "El bandido doblemente armado" en marzo de 2006, como ilustran las siguientes fotografías.

En la fotografía, de espaldas, José Luis Gracia Mosteo y Roberto Malo en la presentación de Madrid. En la primera fila, por cierto, los escritores Norberto Luis Romero y David G. Panadero.

En la fotografía, Diego Pita, escritor y librero, Roberto Malo y José Luis Gracia Mosteo.

En la fotografía, José Luis Gracia Mosteo y Roberto Malo.

En la fotografía, David G. Panadero y Roberto Malo.

Sí, en mi primera presentación en Madrid, estuvieron los escritores José Luis Gracia Mosteo y David G. Panadero. En las cuatro siguientes presentaciones en Madrid, de justicia es decirlo, siempre aparecieron estos dos sujetos. En la última ocasión, con motivo de la presentación de "Los guionistas" (Eclipsados, 2009) en la librería "Estudio en Escarlata", nos hicimos esta impagable fotografía los tres impresentables, en plan "Los Ángeles de Escarlati". ¡Os quiero!

domingo, 27 de septiembre de 2009

VEO POR TI

(relato de Roberto Malo)

Una pantalla en negro, un cielo nocturno sin estrellas. Eso es lo que veo normalmente. Nada. Absolutamente nada. Soy ciego, como ya se habrán imaginado. Pero... no siempre. A veces, unas pocas veces, veo. Veo todo lo que me rodea. Cuando me rodea... una mujer.

Éste soy yo, vendiendo cupones. Siempre en la misma esquina. A veces me siento como una puta que comercia con su suerte. No obstante, no me quejo. Es un buen trabajo y me gusta.
Soy ciego desde los diez años, a causa de un estúpido accidente. Sin embargo, no se puede decir que no haya visto nada desde entonces. He visto muchas cosas después, muchísimas. Todo empezó hace unos años, con mi primera experiencia sexual con una mujer.
Debo decir que por aquel entonces conocía cada vena y cada centímetro de mi polla a la perfección. Me masturbaba con frecuencia, y me gustaba mucho... pero esto no me hacía ver. Había descubierto mi sexualidad, pero seguía en la oscuridad; seguía siendo ciego, completamente ciego.
Pero un buen día, en una fiesta de unos amigos, conocí a Laura. Laura era una chica muy curiosa; demasiado curiosa a decir verdad. Luego me enteré de que le encantaba estrenar a chicos vírgenes. Y yo supongo que lo llevaba escrito en la frente; encima de mis gafas negras. No tardó en sentarse a mi lado.

-Eres muy guapo, ¿sabes?
-¿Para ser ciego?
-No, en serio. Eres muuuy guapo.
-Gracias.
-¿Te puedo preguntar algo?
-Claro.
-¿Eres virgen?
-¿Qué...? ¿Por qué lo preguntas?
-Pura curiosidad.
-Bueno..., pues sí.
-¿Sííí?
-¿Te alegras?
-No sabes cuánto. Oye, ¿vamos a mi cuarto?
-Vale.
Me tomó de la mano y me guió por un largo pasillo hasta entrar en una habitación que olía a lavanda. Cerró la puerta y la música de la fiesta dejó de oírse.
-Me gustas –susurró-. ¿Quieres tocarme?
La toqué, por supuesto. Mis manos volaron sobre ella. Tenía el pelo corto, casi como un chico, y era algo más baja que yo. Los dos estábamos de pie; yo recorriéndola con mis manos; ella dejándose explorar. Tenía un cuello largo y tibio, unos hombros anchos, una cintura pronunciada y unas caderas rotundas. Estaba como un tren, y yo cada vez más excitado. Le toqué suavemente sus pechos firmes a través del jersey de lana (no llevaba sujetador) y llevé mis manos a su rostro. Tenía una nariz pequeña, unas pestañas largas y finas y unas mejillas algo angulosas. Su piel era maravillosamente suave; daba gusto recorrerla. Su labios eran pequeños y duros; al palparlos ella sacó su lengua y me chupó dos dedos. Retiré la mano, sorprendido y ruborizado.
-Me estás poniendo como una moto –susurró ella.
-No era mi...
-Calla –me cortó, posando su dedo índice en mis labios.
Cuando retiró su dedo, su lugar lo ocupó su boca. Abrí la mía y nuestras lenguas se buscaron. Su lengua tenía un regusto de nicotina; aunque yo no fumo, me supo sin embargo a gloria bendita. Mis manos se posaron en su cintura y se deslizaron por la falda, palpando las curvas de sus nalgas. Buen culo, sí señor. De pronto, ella separó sus labios de los míos y me empujó levemente por los hombros. Yo perdí el equilibrio y caí hacia atrás.
-¡Eh...! –atiné aterrado, cayendo sobre el colchón de una cama.
-Perdón –se disculpó ella-. Qué burra soy...
-No, no. No importa –sonreí forzadamente. Menudo susto me había dado.
-Intentaré que olvides mi torpeza innata –se excusó ella, y me desabotonó de un golpe la bragueta de mi pantalón vaquero. La cremallera la bajó poco a poco (mi pene erecto ejercía buena presión). Después, como si ella lo hiciera todos los días, me bajó los calzoncillos y tomó mi polla erecta con su mano derecha. Tragué saliva. Ella tragó otra cosa. De pronto mi polla estaba dentro de su boca. Su lengua bailaba sobre mi glande. Suspiré profundamente. Esta chica me convenía, sin duda. Pero entonces mi cabeza estalló. Un resplandor blanco me golpeó de lleno, rompiendo en pedazos el velo de mi oscuridad. Y vi. Por primera vez en muchos años. Al principio, formas difusas. Después, poco a poco, mis ojos recién estrenados se habituaron a los colores y las formas. Distinguí a Laura, chupando mi polla con cara de verdadera concentración. Me pareció realmente preciosa. ¡La veía! ¡La estaba viendo! ¿Cómo era posible? ¿Cómo?
-Veo... –acerté a decir.
Ella creo que ni me escuchó. Siguió a la suyo, chupándome con destreza y dedicación.
-Te veo... –susurré.
Ahora me escuchó. Sin dejar de chuparme, me observó frunciendo el ceño.
-Te veo –repetí.
Dejó de chuparme, envarada. Con gesto de alarma, se separó de mí...
...y dejé de verla.
La oscuridad conocida volvió de nuevo.
-¿Qué dices? –preguntó Laura.
-Eh, ¿por qué te has...?
-¿Qué estás diciendo? –me cortó-. ¿Ves?
-No..., no ahora mismo... Pero...
-¿Qué?
-Te veía.
-¿Cómo?
-No sé...
-Creo que mejor me voy, eh.
-No, no, por favor –rogué rápidamente-. No te vayas. Sigue chupando, por favor.
-Es que...
-Por favor. Al dejar de hacerlo he dejado de ver. Quiero saber si puedo ver de nuevo.
-Pero...
-Ha sido un milagro. Y ha sucedido gracias a ti.
-Lo siento. Creo que debo irme –dijo ella nerviosamente. Y salió de la habitación.
Ahogué una maldición, y me sentí más abandonado que nunca.

-Me duele tener que recordártelo –me dijo la oculista-, pero estás completamente ciego.
-Le digo que vi.
No le había dicho qué había visto ni cómo. Me daba cierto reparo, la verdad. Si fuera un doctor...
-Acabo que examinarte. Tus ojos están como siempre.
-¿Ni siquiera una pequeña mejoría?
-No. Lo siento. Lo siento de veras.
-Bueno. Por cierto, doctora –dejé caer-, ¿cree que es posible que al tener relaciones sexuales pueda ver?
Silencio.
-¿Cómo has dicho?
-Relaciones sexuales. Con una mujer.
-Te vendrán bien, desde luego –sonrió-. De hecho, le viene bien a todo el mundo. Pero de ahí a ver... Bueno... va un abismo.
-Claro. ¿No sabrá de ningún caso, verdad?
-¿Me estás tomando el pelo?
-No, no.
-¿Hay algo que me tengas que decir?
Silencio.
-Escúpelo –insistió.
-Vale –asentí-. Cuando vi..., estaba con una chica.
-¿Y?
-Estaba muy cerca.
-¿Cómo de cerca?
-Me la chupaba –solté.
-Vaya, vaya –sonrió-. ¿Y la viste?
-Perfectamente.
-¿No lo imaginarías? Al estar excitado...
-No. Seguro que no. Si usted fuera ciega, y de pronto pudiera ver, ¿cree que tendría alguna duda de que está viendo?
-Entiendo.
-Pero al decirle que la veía, la chica se asustó... y se fue. Y dejé de ver.
-Lo siento. Hay chicas muy crueles.
-Doctora, ¿podría hacer algo por mí? Como un experimento.
-Claro. ¿El qué?
-¿Querría chupármela?

La profesión médica ya no es lo que era. Me echó de la consulta casi a empujones, y encima se pensó que quería ligar con ella. Nada más lejos de mi intención. Sólo quería que me examinara a fondo, en aras de la ciencia médica más avanzada. Pero ¿cómo íbamos a avanzar? El mundo era cada vez más estrecho.
Esa misma semana se lo pedí a varias amigas, como un favor personal, como un experimento muy importante para mí, pero por una u otra razón todas me dijeron que les venía bastante mal, que en otro momento tal vez, y que qué morro tenía. Ya no se podía confiar ni en la amistad.
Estaba visto que necesitaba una profesional.

-¿Seguro que está buena? –le dije a mi amigo Gregorio.
-Buenísima –aseguró.
-Es que por ese precio...
-Pero si es una ganga, hombre. Además, no pienses en el dinero. Piensa en el polvo que te vas a pegar.
-Ya, ya.
Gregorio era invidente, como yo, y bastante putero. Él nunca había visto nada gracias al sexo, pero, según él, el resto de los sentidos disfrutaban de lo lindo. Me había dado el teléfono de, según él, una hembra de campeonato.
-Ya verás lo bien que huele –me aseguró.
-Con lo que cobra ya puede comprar buen perfume, ya.
-Venga, Paco, no seas tacaño. Que la ocasión lo merece. Ésta te hace ver las estrellas, vamos, si hace falta.
-¿Tú crees?
-Si esperas un milagro, esta hembra lo es. Te lo digo yo.

-Son las tres -dijo el reloj de mi habitación.
Y yo sin llamar a la hembra milagrosa. Bueno, había que hacerlo, ¿no? Pero, por otra parte, ¿para qué quería ver? Con lo bien que estaba como estaba. Todo cambio es un problema, desde luego. Y bien gordo. Y creo que, en el fondo, no quería cambiar, de ninguna manera. Lo único que quería era saber si... Si yo... No, lo único que quería era follar. Eso estaba claro. Quería echar un polvo. Y comprobar, al mismo tiempo, si lo del otro día era normal o no.
-Son las cuatro –dijo el reloj.
-Está bien –asentí-. Es la hora.
Era domingo. Cogí el teléfono y llamé a Cindy, la hembra milagrosa. Le advertí que era ciego, amigo de Gregorio, y le pedí que viniera a mi casa. Me dijo que estaría en un par de horas. Por su voz parecía muy dulce y cariñosa; de momento no mataría a Gregorio.
Les dije a mis padres que en un par de horas vendría una amiga y que la pasaran a mi habitación. Ellos se alegraron mucho, como cada vez que venía gente a verme.

-Son las seis –dijo el reloj.
Entonces llamaron a la puerta. Yo di un respingo.
-Ya está –me dije nerviosamente.
Escuché los pasos de mi madre hacia la entrada. Abrió la puerta y escuché que Cindy se presentaba. Mi madre la acompañó hasta mi cuarto.
-Hijo, Sinsi ha venido a verte –anunció mi madre.
-Cindy –le corregí.
-Bueno, eso.
-Hola, Paco –saludó Cindy.
-Hola.
-Os dejo, eh –dijo mi madre, y cerró la puerta.
Silencio.
-Muy maja tu madre –dijo Cindy.
-Sí, lo es –asentí.
-Así que conoces a Gregorio... –dijo ella, y se acercó a mí.
-Sí.
-No te arrepentirás de haberme llamado –susurró.

No me arrepentí, desde luego. Cindy me hizo ver de nuevo, durante todo el tiempo que le estuvimos dando al sexo, que fue bastante. Mientras me chupaba, la chupaba y hacíamos el amor, mis ojos vieron todo lo que tenían delante (sus pechos, sus nalgas, su cara, sus piernas, mi habitación, todo). Al eyacular dentro de ella (con condón, por supuesto), me cegó un fogonazo de luz blanca, orgásmica, y regresé poco a poco a la oscuridad. Al dejar de hacer el amor, dejé de ver. Fue doblemente dolorosa la sensación post-coito. Pero mientras hacía el amor, mientras veía, había sido maravilloso.
-Te volveré a llamar, lo prometo –le dije a Cindy, emocionado y sudoroso.
-Lo sé –asintió ella, como quien oye algo por enésima vez.

La volví a llamar, por supuesto, y cada vez fue mejor. Cada vez disfrutaba más, cada vez lo hacía mejor, cada vez veía mejor. Mis padres estaban al tanto de lo que sucedía en mi cuarto, por supuesto, y cuando les expliqué que gracias a ella podía ver, la acogieron como si fuera de la familia.
La oculista, al mismo tiempo, seguía sin creerme, y lo que es peor, seguía sin querer chupármela.
-Se lo juro –repetí-. Puedo ver.
-Es imposible. ¿Cómo te lo tengo que decir? Tus ojos están ciegos.
-Usted sí que está ciega –le espeté, y me levanté de la silla airadamente.
-Espera –me retuvo-. Quiero creerte, pero... Me encantaría creerte... En fin... Voy a cerrar la puerta.
Bingo.
-No es muy ortodoxo, la verdad, pero...
-Ya verá como tengo razón.
-Espero que seas tú el que vea. Si no...
-Si no me cambiaré de oculista, se lo prometo.
-Bien.
Suspiró.
-Desabróchate tú mejor, ¿vale?
-De acuerdo.
Me bajé los pantalones y los calzoncillos de golpe. Mi polla estaba bien tiesa, sólo de pensar en lo que se le venía encima.
-Joder.
-Gracias.
-De nada, vicioso.
Se inclinó sobre mí y tomó mi polla con ambas manos.
-¿Estás preparado? –quiso saber.
-¿Usted qué cree? –repliqué.
-Pues vamos allá –dijo. Y sus palabras se fundieron con mi polla.
-Hostia... –articulé.
A pesar de esperar su boca con ansia, me cogió por sorpresa. Su boca se tragó mi polla hasta el fondo, de golpe. Y Garganta Profunda resultó ser un ciclón, por Dios. Mientras sus manos me masajeaban los huevos, su lengua recorría toda mi polla con verdadera furia. De arriba abajo, de arriba abajo. No me esperaba algo así de mi oculista, la verdad. El fogonazo blanco me llegó de golpe, como su furia. Todo se volvió borroso a mi alrededor. Paulatinamente, empecé a distinguir formas difusas. Poco a poco, todo se estabilizó. Veía, sí, veía a mi oculista perfectamente.
-¿Ves algo? –dijo ella, su lengua acariciando mi glande.
-Sigue, sigue, no pares.
-Sigo, pero dime lo que ves.
Ella siguió chupando. Yo intenté concentrarme en lo que veía. El despacho médico, los muebles, mi cuerpo y el de la mujer. Me tomé mi tiempo, la verdad. Quería saborear bien la maravillosa sensación. Poco después empecé a hablar.
-Te veo muy bien. Tienes el pelo liso, muy largo, la piel clara, con muchas pecas. Llevas puesta una bata de médico, y llevas tres bolígrafos en el bolsillo derecho de la misma. Llevas zapatos de suela plana.
Ella dejó de chupar.
-Eso es fácil de saber –objetó ella, como si nada-. La habitación. Describe la habitación.
-Tú sigue chupando –sonreí.
-Vicioso –gruñó.
Volvió a lo suyo. Y yo seguí a lo mío.
-Hay cuatro cuadros al lado izquierdo y tres al derecho –continué-. Sobre la mesa hay una carpeta, dos libros, unas tarjetas, un cenicero y una pluma.
-Tú puedes ver –articuló asombrada.
-Gracias a las buenas mujeres –sonreí.

Mi oculista prometió que estudiaría mi caso con dedicación. Que lo comentaría con otros colegas y que haría cuanto estuviese en su mano. Le di las gracias por todo y le recordé que me encantaría ser su conejillo de indias y que experimentase conmigo todo lo que quisiera, ella y demás colegas, mujeres a ser posible.
De hecho así fue, y me convertí por un tiempo en una pequeña celebridad clínica. Paco Mendo, el hombre ciego que podía ver gracias al sexo. ¿Por qué yo al hacer el amor podía ver y los demás ciegos no? Ahí estaba el enigma. Yo pensaba que, de alguna manera, mi cerebro y los nervios ópticos estaban conectados con mi polla, y al ser ésta rodeada por el cuerpo femenino saltaba algo, algo interno, que me hacía ver. Sí, ¿mi cerebro y mi polla eran la misma cosa? Como en todos los hombres, pensarán algunos.
El caso es que se publicó un artículo en el que se comentaba mi insólito caso (yo lo leí en braille), y a raíz de ello una periodista quiso entrevistarme. Yo acepté encantado, por supuesto. Era además para un periódico de gran tirada.
Lo que no sabía es que aquella entrevista cambiaría mi vida para siempre.

La periodista se presentó. Se llamaba Mónica. Tenía una voz suave, aterciopelada, que desde el primer momento me hizo temblar. Caí rendido a su hechizo en cuestión de segundos. Apenas podía prestar atención a sus preguntas, muy interesantes, por otra parte. La razón era muy sencilla, aunque me costó un poco darme cuenta: me había enamorado.
La periodista estaba fascinada por mi caso. Yo estaba fascinado por ella. Ella no paraba de hablar. Yo no paraba de babear.
Creo que la entrevista se alargó más de la cuenta. Por mi parte, como si no acababa nunca. Estaba en la gloria a su lado. Estaba embelesado por su voz, por lo que decía, por su olor, por cómo me la imaginaba. Cómo me gustaría verla, pensé, con lo que ello implicaba.

-Perdona que te haya robado tanto tiempo –se excusó ella.
-Ha sido un placer –le dije, y no mentía en absoluto.
-Me gustaría compensarte invitándote a cenar.
Se me puso tiesa de golpe. Sé que no suena muy romántico, pero fue eso lo que sucedió.
-Oh, gracias. Pero... es sábado.
-¿Tienes planes?
-No, no. Lo decía por ti. No me gustaría aburrirte en un sábado. Si quieres que venga tu novio...
-Estoy soltera –dijo ella rápidamente.
Bingo.
-Será un placer –le dije.

Me invitó a cenar en su casa y me llevó en su coche hasta ella. Supongo que a lo mejor le daba cierto reparo el ir a cenar por ahí con un ciego, o lo hizo para facilitarme las cosas, quién sabe, pero en mi fuero interno agradecí que fuera en su casa. Allí la intimidad era total, y la proximidad del dormitorio era algo real.
Me describió su apartamento de forma metódica y lo recorrí siguiendo sus indicaciones. Entramos en la cocina y preparamos la cena entre los dos. Era maravilloso ayudarla, estar a su lado. Mientras preparábamos una ensalada de frutas, su perfume me envolvía como una manta enamorada.
Durante la cena me estuvo hablando de su carrera como periodista, de su vida, de sus gustos. Yo tampoco paraba de hablar. Me encontraba muy a gusto a su lado. La verdad es que estaba resultando una velada inolvidable. Ella tenía una risa contagiosa; y yo me esforzaba en hacerla reír una y otra vez con mis chistes y comentarios.
Después de la cena nos sentamos en un cómodo sofá de dos plazas. Ella puso de fondo un disco de Stevie Wonder. Buena elección, apunté. Me tomó la mano y me dijo que estaba pasándoselo muy bien. Yo también, asentí. Dejó caer su cabeza en mi hombro y nos quedamos callados, escuchando la música. Primero me besó en la cara, tímidamente. Después en la boca, no tan tímidamente. Después estábamos en el suelo, quitándonos la ropa de cualquier manera.
-¿Quieres verme? –me preguntó con excitación.
-No sabes cuánto lo deseo –le dije.
Pero al acabar de desnudarme me asaltó una duda. ¿Y si ella estaba haciendo todo esto por el reportaje? ¿Para verificarlo? ¿Para constatar por ella misma que no era una mentira? Bueno, pensé, relájate y disfruta.

Fuimos al dormitorio y todo resultó sensacional. Ella era guapísima, estaba como un queso, era inteligente..., ¿qué había hecho yo para que me sucediera tamaño milagro? ¿Cómo no me iba a enamorar de semejante mujer?
Sí, estaba enamorado, por primera vez en mi vida. No era algo puramente sexual, no. La quería, la amaba, lo sentía en el fondo de mi alma. Pero me daba miedo decírselo, claro. Acabábamos de conocernos, como quien dice.
-Me gustaría que pasaras aquí la noche –me dijo ella-. ¿Puedes?
-Claro. Además, no estaría bien hacerte salir de la cama para llevarme a mi casa. Soy un caballero.
-Gracias –sonrió-. No lo había pensado.

Estuvimos hablando toda la noche, acerca de mil cosas.
-Perdona la pregunta –le dije en un momento dado-, pero ¿es la primera vez que haces el amor con un ciego?
-Sí –sonrió ella-, es la primera vez.
-Bueno, es normal. Yo nunca lo he hecho con una ciega. De hecho –reflexioné-, creo que debería hacerlo con una ciega. Sería lo más natural.
-No quiero que lo hagas con otra –terció ella-. No quiero que lo hagas con nadie más que conmigo.
Para mi asombro, no parecía bromear.
-¿Qué...?
-Creo que te quiero.
Esto era demasiado para mí. Un sueño, tenía que estar soñando, no podía ser de otra manera.
-¿De verdad?
-Sí.
-¿Por qué?
-No lo sé.
-Dios mío. Yo creo... que también te quiero.
-¿Sí?
-Sí. Y pensar que había llegado a temer que sólo me llevabas a la cama para comprobar por ti misma si lo que decía era cierto...
Silencio.
-¿No tiene nada que ver, verdad?
Silencio tenso.
-Bueno, en un primer momento –articuló ella- era una posibilidad, sí, no voy a decir que no se pasara la idea por mi cabeza. Luego pensé que sería un dulce sacrificio, todo por el periodismo, ya sabes. Pero después, antes de hacerlo, sólo sentía que necesitaba hacerlo, que quería hacerlo, que eras el hombre más maravilloso del mundo. Y lo sigo pensando.
-Tú sí que eres un sol.

Y se convirtió en mi sol. En el sol que me iluminaba a diario. Me instalé en su casa, y no tardé en instalarme en su corazón.
Al principio nuestra relación fue una locura continua y maravillosa. Mónica quería enseñarme todo lo que a ella le parecía digno de ver. Alquilábamos hoteles con buenas vistas, y en el balcón me devoraba para que pudiera contemplar lo que fuera a mi antojo. Cuando viajábamos en tren y el paisaje era espectacular, su cabeza se enterraba entre mis piernas. Alquilábamos películas de vídeo, y se convertían en maratones de sexo.
Por otro lado era un problema, claro; por ejemplo, de más de un museo nos echaron por escándalo público. De más de un parque o zoológico también. Ella era así, todo generosidad y entrega. Quería compartir el mundo conmigo, quería que viera cuanto ella veía.
Sin embargo, tras varios meses de viajar juntos por un montón de lugares del mundo, llegué a una sencilla conclusión. En el fondo, yo sólo quería verla a ella. El mundo era maravilloso, desde luego, pero ella era mi verdadero mundo.
Ella era todo para mí.

Cuando ahora algunas personas me preguntan “¿Cómo ves? ¿Por qué ves?”, siempre me dirijo a Mónica y le digo:
-Veo por ti.

viernes, 25 de septiembre de 2009

ANTOLOGÍAS HONRADAS CON MI PRESENCIA (9)


“Visiones 2002”
(Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror)
Juan Manuel Santiago (seleccionador)

Contiene los siguientes relatos:

"El artista" de Eugenio Barragán
"Aire" de Luis Septién
"Para siempre" de Luis Astolfi
"Ahora puedo oír tu llanto" de Paula Grañeda
"Tras la eternidad" de Dídac Morales
"El proceso de los monos" de Lorenzo Luengo
"Centro Generacional" de José Miguel Sanfeliú
"Monedas" de Roberto Malo
"El armario" de Santiago Eximeno
"Hamburgo Sur" de Patricia Suárez
"Juan Hitlerfranco busca a Dios" de Sergio Parra
"Taurus Uno" de Víctor Conde
"Ojo en el cielo" de Paula Ruggeri
"La ciudad crece" de Carlos Martínez Córdoba

El escritor y periodista David G. Panadero reseñó “Visiones 2002” en el número 38 de la revista Gigamesh:

Como se aclara en el prólogo, la intención de los Visiones no es tanto de servir de altavoz a los escritores ya consagrados como dar una oportunidad a esos aficionados que ya van dejando de serlo para devenir en profesionales. ¿Quién mejor que ellos para captar la sensibilidad del momento y las apetencias de los lectores? Visiones 2002 presenta excelentes narraciones breves alternadas con algunos relatos que, si bien resultan algo rutinarios, se intuyen sinceros y trabajados. La sensación es satisfactoria, con momentos singularmente buenos como “Taurus Uno”, del ya prestigioso Víctor Conde; “Para siempre”, de Luis Astolfi, una muestra de verdadera sensibilidad y elegancia; “Monedas”, de Roberto Malo, agraciado con una irresistible comicidad; y “El armario”, de Santiago Eximeno, inquietante reconstrucción de los pensamientos de un sádico.

David G. Panadero

martes, 22 de septiembre de 2009

DIARIO DE SUEÑOS (16)



en su sueño
la mujer está en la playa
y tiene cien niños
a su cargo

los niños chapotean
en el agua alegremente;
ella los vigila
desde la orilla

de pronto
una ola enorme,
monstruosa,
se eleva sobre los cien niños

ella la observa paralizada,
sin poder reaccionar

la ola rompe sobre ellos

ella intenta moverse,
ayudarles,
pero no puede:
el tiempo se ha detenido
para su cuerpo

la ola se convierte
en espuma,
y cuando se retira,
saciada,
en lugar de cien niños,
hay cien tumbas diminutas

cuando se despierta,
la mujer se viste y va
a la escuela infantil
donde trabaja

domingo, 20 de septiembre de 2009

GALEÓN EN LA BIBLIOTECA DE ARAGÓN

BIBLIOTECA DE ARAGÓN
Viernes 25 de Septiembre
18:30 horas
CUENTACUENTOS DEL GRUPO GALEÓN

En la fotografía, Elena Martínez, Francisco Javier Mateos y Roberto Malo, miembros del Grupo Galeón.

viernes, 18 de septiembre de 2009

CUMPLEAÑOS DE CELEBRITIES (4)

Hoy, 18 de Septiembre de 2009, la cantante y pedazo de artista Carmen París cumple 43 años.
La fotografía fue realizada al finalizar el concierto de presentación de "Incubando" (el último trabajo discográfico de la artista) en la pasada EXPO de Zaragoza.

Como buen fan, sigo su trayectoria desde siempre, y cada nuevo trabajo suyo es una completa delicia. Su web oficial es http://www.carmenparis.com/

martes, 15 de septiembre de 2009

LA DESPEDIDA DEL ASTRONAUTA



El astronauta:

-Cariño, has de ser fuerte. Voy a estar en órbita más de seis meses, yo solo en el satélite.

Su mujer:

-¿Me serás fiel?

domingo, 13 de septiembre de 2009

RESEÑAS DE "LOS GUIONISTAS" (6)

La escritora Elena Medel reseña “Los guionistas” (Eclipsados, 2009) en la revista Calle 20:

ESTRELLAS DEL RETOCE EN COLOR SATURADO

Hay quinto (de Roberto) Malo. Dos libros de relatos y dos novelas conformaban el historial bibliográfico de este narrador zaragozano, que en Los guionistas nos presenta un libro libre en cuanto a su argumento sin tapujos, género sin límites y técnica sin orden, concierto ni plantilla. Malo —una revelación de buen humor bien entendido— erige un monumento al hecho mismísimo de pasarse las convenciones por el forro: con estructura de guión cinematográfico y espíritu de novela viva y dinámica, nos cuenta las peripecias de Raimundo Chueca y Julián Gordillo, «la pareja de guionistas más relevante del actual cine porno español». Sin embargo, el prestigio en el mundo del jadeo no impide que su familia muera de vergüenza después de una entrevista en la televisión local, ni les libera de sus obligaciones laborales: Raimundo regenta junto a su novia un negocio mitad copistería, mitad frutería, y Julián trabaja en la mercería de su madre, mientras sueña con la llamada de alguna actriz que iguale su poder con el del productor. En su tiempo de ocio, los amigos imaginan qué escenas deberán tejer un polvo con el siguiente, hasta que un encargo de su productor habitual —que desea «mandarla al Festival de Cannes»— les anima a escribir «el mejor guión porno de todos los tiempos». Así pues, gitanas quirománticas, secretarias avezadas, libreras que hacen ojitos, estrellas del retoce y miembros de la tercera edad se asoman a Los guionistas como extras: en color saturado y con música de ascensor, una buena dosis de amor, sexo, desengaños y —sobre todo— risas suministradas con buena —¿cuál?— mano.

LOS GUIONISTAS. Eclipsados / 172 páginas / 12 euros

viernes, 11 de septiembre de 2009

CENA ARGENTINA (EN EL ATRAPAMUNDOS)



Miércoles 23 de Septiembre
21:00 horas
Cena con cuento.
Cena y cuentos de Argentina, con historias narradas por Roberto Malo, escritor y animador sociocultural. Con el procedimiento habitual: Cuento, plato, cuento, plato, cuento, plato, cuento, plato, etc.
25 euros.

Información y reservas:
El Atrapamundos
C/Mefisto, 4
50001 Zaragoza
Teléfono: 976 210 491

miércoles, 9 de septiembre de 2009

CURAS



los curas nos decían
todo lo que estaba mal
los curas nos decían
que estaba todo mal
mientras, nos pegaban

los curas, por ejemplo,
nos decían que el onanismo
conducía al enanismo

yo mido ahora uno noventa,
de no haberme animado a diario,
¿qué altura habría alcanzado?

lunes, 7 de septiembre de 2009

LECTURA DE CUENTOS EN ÁMBITO CULTURAL

Viernes 11 de Septiembre
De 18:00 a 21:00 horas
¡Qué te cuento!
Jornadas sobre el cuento
en Ámbito Cultural
El Corte Inglés de Zaragoza

A lo largo de la tarde escritores y profesionales de todos los ámbitos realizarán lecturas de cuentos para deleite de los asistentes, con un máximo de cinco minutos de duración por lector. Para niños (de 18 a 19 horas) y para todo tipo de público (de 19 a 21 horas). Entre otros participarán: David Lozano (escritor), Fernando Lalana (escritor), Ana Alcolea (escritora), Roberto Malo (escritor y cuentacuentos), Nuria -Charraire- (cuentacuentos), Adriana Oliveros (periodista y presentadora de Aragón TV), José Luis Solanilla (periodista Heraldo), Juan Carlos Garza (Periodista El Periódico), Mariano Chueca (Músico Distrito 14), Natalio Bayo (Creador, pintor), Chema Lera (Escritor e ilustrador), Agustín Sánchez Vidal (escritor), Camino Ibarz (periodista, Asociación de la Prensa Aragonesa), Juan José Badiola (Profesor Universidad de Zaragoza), Jose Ignacio Acirón (cocinero), Jorge Biarge (escritor y bibliotecario) Modesto Lobón (escritor y político), Lina Vila (pintora), Roberto García (Atleta Olímpico), María José Pueyo (Atleta Olímpica), Mario Cosculluela (narrador oral), José Antonio Labordeta (escritor y cantautor), Fernando Iwasaki (escritor), Fermín Polo (músico B Vocal) y Juan José Vázquez (viceconsejero Cultura Gobierno de Aragón).

sábado, 5 de septiembre de 2009

DEDICATORIAS LITERARIAS (3)



Ya sabes lo que pasa, coges un libro, lo abres por la dedicatoria, y descubres que, una vez más, el autor le ha dedicado el libro a otro que no eres tú.
Esta vez no.
Porque todavía no nos conocemos / nos conocemos de vista / estamos locos el uno por el otro / no nos vemos desde hace tiempo / estamos de algún modo emparentados / nunca llegaremos a conocernos, pero a pesar de ello, espero, pensaremos siempre con cariño el uno en el otro.
Éste es para ti.
Con lo que tú ya sabes y por lo que probablemente ya sabes.

NEIL GAIMAN
Los hijos de Anansi

jueves, 3 de septiembre de 2009

RESEÑAS DE "LOS GUIONISTAS" (5)

Pedro J. Barras reseña brevemente “Los guionistas” (Eclipsados, 2009) en Books Living Social:

"Un libro curioso y muy divertido, como el autor... Original, concebido como un guión de película, el autor nos traslada a los entresijos del guión y rodaje de una película porno, quedando el propio cine porno como algo secundario. Los personajes están muy recreados, desde los protagonistas de la historia (los guionistas), sus familiares y personas de su entorno, así como los actores, directores, productores, etc... En clave de humor muestra una visión muy personal de lo que rodea al mundo del cine en general y del porno en particular".



En la fotografía, Roberto Malo y Pedro J. Barras en la presentación de "Los guionistas" en la librería madrileña Estudio en Escarlata en Junio de 2009.
Por cierto, "Los guionistas" fue uno de los libros más vendidos en Estudio en Escarlata en Junio de 2009. El más vendido fue un tal Stieg Larsson... En fin. Pongo el enlace a continuación:

martes, 1 de septiembre de 2009

ANTOLOGÍAS HONRADAS CON MI PRESENCIA (8)


"Galería de Hiperbreves" (Tusquets, 2001) reúne sesenta relatos mínimos, que no sobrepasan en su mayoría las quince líneas. En todos ellos predomina el arte de decir más con menos. Los autores seleccionados son los siguientes: Jesús Alonso, Francisco Almarcha Martínez, Antonio Cabrera, Javier Cardo, Francisco Corrales Fernández, Norberto Costa, José Costa Santiago, Andrés Díaz, Pablo Durán, Pablo Echart Orús, Antonio España Galán, Faroni, José Ignacio Fernández Vázquez, Albert García Elena, Ángel García Galiano, Óscar García Romeral, Javier González del Herrero, Carlos González Sánchez, Luis Hervás Rodrigo, Juanjo Ibáñez, Manuel López Muñoz, Roberto Malo, Eugenio Mandrini, José Ángel Mañas, Diego Martín Merino, Itziar Mínguez-Arnáiz, Chicho Moldes, José Antonio Montecino Prada, Marcelo Navarro, Antonio Nieto Acicolla, Águeda Nieto Tendero, Lucía Ogueta, Tomás Onaindia, Julia Otxoa García, José María Peña Vázquez, Diego Prado, Ángela Pradelli, José Quesada Moreno, Ricardo Reques, Héctor Manuel Román, Norberto Luis Romero, Juan Luis Romero Peche, Julia Rubio, Miguel Saiz Álvarez, Alberto Salas Calvo, Álvaro Sánchez Martí, Emiliano Sánchez Nieto, Francisco Javier Sánchez Serrano, Mónica de Solís González, Ignacio Vázquez Moliní y José María Verdú Rotellar.