jueves, 26 de julio de 2012

RESEÑAS DE "LA MAREA DEL DESPERTAR" (14)

Pedro J. Barras reseña "La marea del despertar" (Hegemón, 2007) en Revista Prótesis. Pongo el enlace a continuación:


En la fotografía, Unai Herrán y Roberto Malo en la presentación de "La marea del despertar" en la Fnac de Donosti.

Y pongo a continuación un fragmento de vídeo (el momento teletienda) de la presentación de "La marea del despertar" en la librería madrileña Estudio en Escarlata, en noviembre de 2007, con Unai Herrán y Roberto Malo:

domingo, 22 de julio de 2012

LA REVISTA ACUSADORA





Teresa la encontró mientras limpiaba el cuarto de su hijo. Había abierto un cajón y ahí estaba, a la vista.
-¡Manolo! –chilló-. ¡Veeen!
Manolo llegó casi corriendo.
-¿Qué sucede? ¿Por qué gritas de esa manera?
-Mira –le dijo mientras le enseñaba la revista.
Manolo la cogió.
-Estaba en su cajón –aclaró Teresa.
-¿Por qué tiene “esto” nuestro hijo? ¿Estás pensando lo mismo que yo?
-Oh, Manolo, tiene sólo dieciséis años. ¿Qué le ha pasado? ¿Qué hemos hecho mal?
-Bueno, bueno, no hay que alarmarse. Puede tener una aclaración lógica. Quizás se la haya dado un pervertido y, como nuestro hijo es un pedazo de pan, no habrá sabido decir que no y se la habrá quedado.
-Pero Manolo, ¿sabes lo que significa el que tenga esta revista?
-Venga, cariño, eso no lo quiero ni pensar. No me lo puedo creer. Tiene que haber una explicación, por muy retorcida que sea... Y en cuanto venga, eso sí, se lo tenemos que decir.
-Sí, hay que hablarlo con el chico, largo y tendido si hace falta...
En ese momento sonó el timbre de la puerta. Teresa y Manolo dieron un respingo.
-Será el tío Cristóbal –tranquilizó Teresa-. Me avisó de que vendría.
-Ya voy a abrir.
Manolo abrió y entró Cristóbal.
-Buenas tardes –saludó Cristóbal afablemente-. ¿Qué tal, Manolo?
-Mal. Pasa, pasa. Ahora te explicaremos.
-Vaya, ¿de qué se trata?
-Siéntate en el sofá, anda –le indicó Manolo.
Cristóbal se sentó en el cuarto de estar y Teresa entró en la habitación.
-Hola, Teresa.
-Hola, Cristóbal.
Pasó un ángel.
-Bueno, ¿qué es lo que sucede? –preguntó el tío Cristóbal, algo preocupado al observar tantas caras largas.
-No sé cómo empezar... –habló Manolo-. En fin..., no es seguro..., pero quizá sea que..., aunque...
-Oh, diablos, ¿qué pasa? –volvió a preguntar Cristóbal-. Al grano, coño. Me estáis poniendo nervioso.
-Verás –siguió Manolo-, hemos encontrado en el cajón de Ismael una revista.
-¿Una revista? ¿Qué clase de revista?
-Pornográfica –sentenció Manolo.
Cristóbal soltó una carcajada.
-¡Tanta preocupación por una revista porno! –dijo riendo-. Cielos, mi hijo pequeño me pasa todos los Playboy y Penthouse que tiene. Y coño, salen unas tías increíbles, estupendas. No es tonto mi hijo, no.
Teresa y Manolo lo observaban sin pestañear, con una expresión que parecía que lo estrangularan con la mirada.
-¿Qué sucede? ¿He dicho algo raro? Vamos, me parece normal que el chico...
-Cristóbal, escucha –interrumpió Manolo-. La revista que hemos encontrado no es un Playboy ni un Penthouse.
-Vaya, pues son buenas –lamentó Cristóbal sonriendo.
-Se trata –siguió Manolo- de una revista para homosexuales.
Cristóbal se quedó sin habla. Tragó saliva y casi se le salió la nuez.
-Pero..., es un chico normal, no puede ser. Tiene que haber una explicación... ¿Dónde tenéis la revista?
-En su cuarto.
-Dejádmela ver.
Al momento la trajo Teresa. Cristóbal la hojeó con detenimiento.
-Coño, no sale ninguna tía –dijo con cara de enfado.
-Cristóbal, esto es serio. No bromees –le espetó Teresa.
-Vale, vale –asintió-. En fin, creo que han podido ocurrir muchas cosas –opinó serenamente-. Por ejemplo, quizás la tenga por curiosidad, por informarse. No tiene que ser homosexual por tener una revista de homosexuales. O quizás no se fijó en que era una revista para gays y le parece mal tirarla. O quizás se la haya metido algún bromista en la carpeta sin enterarse él o, bueno, mil cosas.
-¡Claro que sí! –asintió Manolo-. Es un chico encantador, no fuma, no bebe, es aplicado en los estudios y más bueno que nadie. No puede ser maricón.
-Aunque... ahora que lo pienso –empezó a decir Teresa, con voz medrosa-, siempre me ha parecido algo rarito el amigo de Ismael.
-¿Qué amigo? –preguntó Cristóbal.
-Uno con el que ha venido varias veces a casa a estudiar –explicó Teresa-. Se llama Óscar. Tiene la voz muy rara, muy suave, como la de una chica. Y me he fijado que tiene un agujero en la oreja, aunque nunca lo he visto con pendiente.
-Seguro que es homosexual –opinó Manolo-. Y ahora, habrá pervertido a nuestro hijo.
-Claro que aunque lo hubiera pervertido... –empezó a decir Cristóbal-, aún estamos a tiempo de corregirlo. Lo llevo a un sitio que yo me sé, y ya veréis como irá por el buen camino –aseveró sonriendo-. Por cierto, ¿cuándo va a venir?
-Debe de estar al llegar –dijo Teresa-. A esta hora sale del instituto.
-Bien, recordad que le tenéis que hablar del tema como a un hombre. Ya no es un crío –matizó Cristóbal.
-Y como no me explique lo de la revista, lo vuelvo hombre a bofetadas –bramó Manolo.
-De pegarle nada –corrigió Teresa.
-Sí, así sale, consintiéndole todo y siempre pegado a tus faldas.
-¿Cómo te atreves a...?
El sonido del timbre acabó con la discusión.
-¡Es él! –exclamó Manolo-. ¡La revista!
-Dejadla a la vista –dijo Cristóbal-. Así veremos cómo reacciona al verla.
Teresa fue hacia la puerta. Respiró hondamente, tomó fuerzas y abrió.
-Hola, madre –saludó Ismael al pasar-. Vengo con Óscar; tenemos que hacer un trabajo.
Teresa miró con odio a Óscar, simulando una sonrisa.
-Pasad, pasad. Está tu tío en el cuarto de estar.
Los muchachos entraron en la habitación.
-Hola, tío. Hola, padre –saludó Ismael-. Éste es Óscar, no sé si lo conocéis. Venimos a hacer un trabajo para el instituto.
Sus ojos se posaron en la revista.
-Vaya, veo que habéis visto la revista –dijo el chaval tranquilamente-. Os lo iba a decir; es para el trabajo de ética que tenemos que hacer ahora. El tema es la homosexualidad y para sacar datos e información hemos cogido ésta. Queremos hacer un buen trabajo, bien documentado, y seguro que conseguimos un sobresaliente.
Ismael cogió la revista mientras sus padres lo miraban asombrados.
-Nos vamos a mi cuarto –dijo Ismael-. Tenemos que entregar el trabajo pasado mañana.
-Bien, bien, iros a hacer el trabajo –dijo Teresa ya más tranquila.
Los chicos se fueron.
-Qué tontos hemos sido –susurró Teresa-. No sé cómo hemos podido dudar de nuestro hijito.
-Qué estudioso que es –sonrió Manolo-. Todo se lo toma tan en serio... Ahora, ¡vaya trabajitos que les mandan en ética!
-Sí, menudo instituto –consideró Cristóbal-. En vez de hablar de libertad, ecología y esas cosas, les hacen hablar de la homosexualidad.
Los chicos llegaron a la habitación.
-Te dije que guardaras bien la revista –dijo Óscar-. Tus padres habrán pensado...
-Que piensen lo que quieran –dijo Ismael sin preocuparse en absoluto.
-Bueno, bueno. ¿Empezamos el trabajo de la homosexualidad?
-Está hecho ya –dijo Ismael-. Lo hice ayer yo solo. ¿No te importa, verdad?
-Claro... no me importa. Confío en ti. Sé que lo habrás hecho muy bien. ¿Qué hacemos entonces?
-Hagamos el amor –dijo Ismael en voz baja.
-¿Y si hoy vienen tus padres?
-Ya sabes que nunca han venido a molestarnos –dijo mientras lo abrazaba.
El tío Cristóbal, Teresa y Manolo seguían en el cuarto de estar.
-Voy a ver los chicos –dijo Cristóbal al cabo de un rato-, a ver cómo hacen el trabajo.
-Ve, ve –dijo Manolo-. Ya verás cómo trabajan.
Cristóbal se levantó y salió de la habitación. En realidad, no le había convencido la explicación de Ismael y además había notado algo raro en Óscar, algo anormal, por lo que la cosa le olía mal. Si bien sus padres no dudaban ya de su hijo, él empezaba a tener serias dudas.
Empezó a recorrer el pasillo de puntillas; se sentía como un espía. Pronto llegó a la puerta del cuarto de Ismael; estaba cerrada. Se acercó muy despacio y apoyó la oreja en la puerta. Se sentía ridículo haciendo algo así, pero un sexto sentido le indicaba que algo no andaba demasiado bien.
Lo que oyó le hizo quedarse de una pieza.
Retrocedió lo andado sigilosamente y llegó al cuarto de estar como si hubiera oído su propia sentencia de muerte.
-¿Qué tal llevan el trabajo? –le preguntó Teresa.
-No están haciendo el trabajo –dijo Cristóbal seriamente.
-¿Cómo? ¿Qué hacen entonces? –inquirió Manolo.
-No lo sé. No los he visto.
-¿Cómo que no los has visto? –se extrañó Teresa.
-Antes de entrar, he creído oportuno acercarme a la puerta y oír lo que hacían.
-¿Y qué has oído? –preguntó Teresa bastante alarmada.
-Gemidos y jadeos –respondió Cristóbal con la mirada fija en el suelo.
Teresa y Manolo se miraron asombrados.
-¡Oh, no! –exclamó Teresa, poniéndose en pie.
-¡En nuestra propia casa! –bramó Manolo-. ¡Esto es demasiado! ¡Mi hijo un maricón!
-Creo que debemos ir a su cuarto –opinó Cristóbal abatido.
-¡Por supuesto! –puntualizó Manolo-. ¡Vamos!
Los tres recorrieron aturulladamente el pasillo y abrieron de golpe la puerta del cuarto del delito.
Y vieron a los dos muchachos desnudos, tumbados en la cama, haciendo el amor. Al verse sorprendidos, se separaron muy avergonzados.
Manolo, Teresa y Cristóbal miraron asombrados al que conocían por Óscar.
-Pero... si es una chica –dijo Manolo, sin creérselo él mismo-. Mirad, tiene tetas, coño...
-Y cómo está la chica –apuntó Cristóbal.
-Es ya una mujercita –corroboró Teresa.
La chica se tapó su cuerpo con las manos.
-¿Qué significa esto? –preguntó Manolo a Ismael-. Supongo que nos debes una explicación.
Ismael tragó saliva.
-Os debo... pedir perdón... Lo siento. Os he engañado... No se llama Óscar –explicó tomando de la mano a la chica que estaba a su lado-. Se llama Ana. Salimos desde hace un tiempo. Pensamos que, si se hacía pasar por un chico, podríamos amarnos aquí en casa, sin levantar sospechas.
Teresa y Manolo intercambiaron una mirada de alivio.
-Pero no tenías por qué ocultárnoslo –dijo Teresa dulcemente, como quien habla con un niño muy pequeño-. Nosotros lo entendemos. Es normal que hagáis estas cosas. No nos parece mal.
-Claro, podéis follar todos los días que queráis –dijo Manolo tan sonriente como si le hubiera tocado la lotería-. Sí, sí, cuando os apetezca os venís aquí y ¡a joder!, que son dos días.
Ana e Ismael se miraron alucinados.
-Incluso si se quiere quedar a dormir contigo, pues que se quede   –siguió diciendo Manolo-. Como si fuera de la familia.
-Estoy muy orgulloso de ti –dijo Cristóbal-. Parece una gran chica.
-Bueno, os dejamos –dijo Teresa, yendo hacia la puerta.
-No os preocupéis por nosotros –dijo Manolo-. Vosotros, a lo vuestro.
Los tres salieron, cerrando la puerta tras de sí.
Ana e Ismael se miraron totalmente perplejos, sin poder articular palabra.
-No sabía que tuvieras unos padres tan liberales –dijo ella al rato.
-Tampoco yo –dijo él, todavía sorprendido.


jueves, 19 de julio de 2012

RESEÑAS DE "LA MADRE DEL HÉROE" (17)

José R. Cortés Criado reseña "La madre del héroe" (OQO, 2011) en Revista Pizca de Papel. Pongo el enlace a continuación:


El libro está ilustrado por Marjorie Pourchet.

En la fotografía, María José Menal y Roberto Malo, miembros del Grupo Galeón, representando "La madre del héroe".

En la fotografía, Lizbeth Nájera Mancilla realizando la lectura de "La madre del héroe" en el programa Abuelos Lectores y Cuentacuentos de la UNAM, en México.


sábado, 14 de julio de 2012

RESEÑAS DE "TANGA Y EL GRAN LEOPARDO" (20)

Reseña de "Tanga y el gran leopardo" (Comanegra, 2009) en El Devoralibros del Pintor Pradilla. Pongo el enlace a continuación:


 El libro está ilustrado por David Laguens.

En la fotografía, Francisco Javier Mateos, David Laguens y Roberto Malo, los autores de "Tanga y el gran leopardo", en una presentación del libro.

Hace unos días estuve contando "Tanga y el gran leopardo" en el colegio María Moliner de Zaragoza. Los chavales habían trabajado el libro y me entregaron algunos dibujos con comentarios del cuento. Aquí os pongo algunos.








Unos artistas estos chiquillos... Todo un detallazo.

En la fotografía, Ángel Vergara, Roberto Malo y María José Menal, miembros del Grupo Galeón, representando "Tanga y el gran leopardo" en La Campana de los perdidos.


lunes, 9 de julio de 2012

DELINCUENTE AFICIONADO



La mañana le sonreía a Luis. Había un agradable sol del verano y veía feliz cómo unas palomas blancas revoloteaban a su alrededor. En su trabajo iba muy bien, era uno de los mejores, y su mujer estaba embarazada por segunda vez.
La calle que recorría estaba iluminada por rayos dorados y muy concurrida por toda clase de gente. Todo esto cambió radicalmente al penetrar en un callejón angosto y sombrío. Tal vez, también cambiaba su suerte.
De detrás de un cubo de basura salió otra basura; un muchacho desarreglado pero no desarmado. Con una navaja en su mano derecha se lanzó sobre Luis; le aferró de un brazo y le acercó la navaja hasta la garganta.
-¡Venga, da-dame la pasta! ¡Todo el di-di-dinero que lleves! –dijo tartamudeando el residuo humano.
-No, si no llevo nada... –articuló Luis.
-¡Venga, ca-cabrón, no me tontees! ¡Da-dame todo o te mato!
-Pero si te he dicho que no...
-¡Calla! ¡Mi-mira esto, hijo de puta! –indicó el ladrón, y mostró su carnet de identidad-. Aquí po-pone: “Delincuente aficionado”, y también tengo la fi-fi-ficha de drogadicto, o sea que imagínatelo. No dudaré ni un se-segundo en rebanarte el cuello. ¡Soy un tipo muy pe-pe-peligroso y conmigo no se juega!
-Ya veo, ya...
-¡Venga, la ca-cartera! –exigió el joven.
Le echó la mano al pantalón y le quitó la cartera; al hacerlo, leyó la funda despreocupadamente. Al instante, la dejó caer al suelo y apartó la navaja.
-Pe-pe-perdona, yo no sabía...
Luis le apuntaba con una pistola.
-Ya sa-sabes, un error lo tiene cu-cu-cualquiera...
-Me das pena, muchacho –dijo Luis. Frunció el ceño y acarició el gatillo.
-¡No me ma-mates! Solamente quería un po-poco de dinero –dijo el ladrón, y arrojó la navaja al suelo-. Compréndeme...
-Te comprendo. Y es más, te voy a dar todo el dinero que llevo.
El delincuente lo miró con desconfianza.
-Y todo lo que llevo encima es esta moneda de cien créditos –continuó Luis, mostrándosela-. ¡Y te la vas a tragar!
-Oye, por aquí pa-pasará alguien... y si me disparas te me-meterás en un buen lío –advirtió el muchacho ingenuamente.
-Defensa propia –sonrió Luis-. Me has atacado. Ya puedes abrir la boquita si quieres conservar tu mierda de vida.
El rostro del ladrón se tornó sudoroso.
-No di-dirás en serio lo de...
-¡Abre la boca! –exclamó Luis, y pegó la pistola al estómago del desdichado.
El ladrón abrió tímidamente la boca; Luis le metió la moneda con fuerza.
-¡Como la escupas te mato! –sentenció al ver que la intentaba expulsar con rabia, tapándole la boca al momento con una mano.
El ladrón se agitaba como un perro, presa del horror. De pronto Luis le propinó un rodillazo en el bajo vientre, y el golpe provocó que se tragara la moneda. Aterrado, sin poder hablar, el ladrón se señaló el cuello con una mano.
-Vaya, te la has tragado. Nunca pensé que lo conseguirías –dijo Luis irónicamente-. ¿Qué te pasa? ¿No puedes respirar?
El ladrón cayó de rodillas, retorciéndose.
-Pobre chico, te la tendré que sacar. Qué coño, cien créditos son cien créditos.
El muchacho intentó toser y expulsarla sin conseguirlo. Luis tomó la navaja del suelo y guardó la pistola.
-Resiste, chico. Te la voy a sacar –dijo acercando la navaja al cuello del drogadicto.
Los ojos de éste reflejaban un horror incontenible. Intentó decir algo, pero no pudo...
Luis le clavó la navaja en la garganta. El desgraciado profirió un grito ahogado. La sangre brotó como de un surtidor.
-Bueno, a ver si te la encuentro –dijo Luis tranquilamente.
Partió la nuez en dos. Después rasgó hacia arriba hasta dar con el mentón.
-Por aquí no se ve –observó-. Tanta sangre me impide ver nada.
Rajó la faringe con el temple de un cirujano. La moneda estaba alojada ahí. La extrajo con mucho cuidado. Limpió metódicamente la sangre de la moneda y a continuación la guardó en su bolsillo. Después se agachó y tomó del suelo su cartera. En la funda ponía: “Luis Gómez. Asesino profesional”.




jueves, 5 de julio de 2012

"ASESINATO EN EL CLUB NUDISTA", FINALISTA EN LOS PREMIOS IGNOTUS

Se acaban de anunciar los finalistas de la edición de 2012 de los Premios Ignotus que otorga la AEFCFT, que se decidirán y entregarán en la próxima Hispacón de Urnieta, y "Asesinato en el club nudista" (Nalvay) ha resultado finalista en la categoría de mejor novela corta.

Las novelas cortas nominadas son las siguientes:

Asesinato en el club nudista, de Roberto Malo (Nalvay Ediciones)
El largo camino al mar, de Domingo Santos (Crónicas de la Tierra y el Espacio, Juan José Aroz Editor)
La textura de tu piel, de David Jasso (Abismos, Grupo Ajec)
Largas noches de lluvia, de Marc Rodríguez Soto (Largas noches de lluvia, Viaje a Bizancio Ediciones)
Oniromante, de Víctor Conde (Scylabooks)

Asimismo, "Nuevas leyendas aragonesas" (Mira) ha resultado finalista en la categoría de mejor antología.

Las antologías nominadas son las siguientes:

Abismos, de David Jasso (Grupo Ajec)
Crónicas de la Tierra y el Espacio, de Domingo Santos (Juan José Aroz Editor)
El monstruo en mí, de José Ignacio Becerril Polo (Saco de huesos)
Nuevas Leyendas Aragonesas, de VV.AA. (Mira Editores)
Recuerdos de la vieja Tierra, de José Manuel González (Grupo Ajec)

Pongo a continuación todos los nominados en las diversas categorías aquí.

Mis felicitaciones, ¡y mucha suerte a todos!


miércoles, 4 de julio de 2012

RECITAL DE POESÍA ERÓTICA

El Club de Lectura de La Almunia de Doña Godina organiza un año más el Recital de Poesía Erótica. Este año, con la participación de los mejores autores aragoneses pero con la misma magia de siempre. Al finalizar, cava, pastas y frutas en sazón.

Será el Viernes 6 de Julio a las 22:30 horas en los Jardines del Palacio de San Juan.
El genial cartel es obra del dibujante Moratha.

En la fotografía, Roberto Malo en un anterior Recital de Poesía Erótica de La Almunia. 

Este viernes será la tercera vez que participe en esta maravillosa cita anual, todo un festín erótico-festivo sin igual, en el que todo el pueblo de La Almunia se vuelca y de qué manera. Nos tratan de fábula, vaya. Para repetir un año tras otro, sin duda.

Por otro lado, Joan Antoni Fernández reseña "Insomnia, relatos para no dormir" (Grupo Ajec) en BEMonline. Pongo el enlace a continuación:


En la fotografía, Roberto Malo, José María Tamparillas y David Jasso firmando ejemplares de "Insomnia" en la Feria de Libro de Zaragoza.

 

martes, 3 de julio de 2012

RESEÑAS DE "NUEVAS LEYENDAS ARAGONESAS" (14)

Breve reseña de "Nuevas leyendas aragonesas" (Mira, 2011) en el número 32 de la Revista Fábula:

Puedes pinchar para leer mejor la reseña.

En la fotografía, José María Tamparillas, Fermín Moreno, David Jasso, Roberto Malo y Óscar Bribián en una presentación de "Nuevas leyendas aragonesas".


lunes, 2 de julio de 2012

LA SONRISA DEL LEÓN





Al traspasar la pesada puerta y la cortina negra del sex-shop, Vicky se dio cuenta de que no había sido una buena idea el ir sola a un sitio como aquél. El siniestro dependiente que regentaba el mostrador exento de clientes la atravesó con la mirada y sintió que todos los objetos de la tienda en penumbra se volvían hacia ella con cierto arrobamiento.
Vicky se ruborizó ligeramente y trató de no mirar la jungla de descomunales vergas, vibradores multiformes, revistas y películas pornográficas, vaginas artificiales y muñecas hinchables que había por todas partes. Infundándose ánimos (pero con pies de plomo) se acercó al propietario del sex-shop y le dijo en voz baja, apenas un susurro:
-¿Me da una caja de preservativos de colores?
El lóbrego dependiente, alto y de unos cuarenta años, dejó escapar una risita muy poco profesional.
-¿De qué colores? –escupió mientras calibraba a la chica de arriba abajo.
-Bueno..., da igual –acertó a decir, sintiéndose acosada visualmente-. Son para mi novio... –aclaró dando un paso atrás mientras se rascaba una media con cierto nerviosismo y se maldecía por haber decidido comprar un regalo sorpresa a su novio.
-De acuerdo –accedió el dependiente, tras dejar pasar unos segundos.
Los ojos del dependiente brillaban como los de un dragón hambriento. Hizo como si buscara lo pedido entre el mostrador, sonrió tétricamente y pulsó un botón rojo.
Bajo los pies de Vicky el suelo se abrió de golpe, y la chica cayó sin remedio al vacío.


Cuando Vicky despertó, un buen rato después, se dio cuenta al momento de que estaba completamente desnuda: el frío la despertó. Estaba tumbada boca arriba sobre un suelo arenoso y sentía algo entumecidas las nalgas y las costillas. A duras penas se incorporó y advirtió que se hallaba en el centro de una pequeña sala circular, que extrañamente se le antojó como una reducida plaza de toros, ya que el suelo también era de arena. Las paredes que la rodeaban eran negras y en su parte superior había un pequeño y oscuro cristal por el que le pareció ver la silueta de un rostro humano. Un rostro humano en cada cristal, en cada pared del octaedro en el que se hallaba. Se tapó instintivamente su cuerpo con las manos y el odio y el aturdimiento la invadieron. Estaba siendo observada por hombres anónimos. Estaban viéndola desnuda en el maldito sex-shop. ¡La habían secuestrado, desnudado y mostrado como un número erótico más! ¡Pues se iban a enterar! Cuando se encaminaba decidida y con furia hacia una pared, advirtió que uno de los lados del octaedro se abría de súbito como una puerta corredera, revelando una negrura sin nombre. Vicky titubeó y se acercó a la puerta, pero de pronto se detuvo aterrada. La cabeza de un león, a la que le seguía todo el cuerpo, apareció por la puerta. Vicky palideció y dio un paso atrás, sintiéndose como una cristiana en los tiempos de Cristo; cuando vio que el fiero animal se lanzaba sobre ella, cayó desmayada.


Cuando Vicky se volvió a despertar, sintió que era violada enérgicamente por algún desalmado. Abrió poco a poco los ojos y advirtió horrorizada que era el propio león, el león que se había lanzado sobre ella, quien la estaba penetrando de forma salvaje; sus garras la aferraban con fuerza y su cuerpo se volcaba violentamente sobre ella; y no era un hombre con piel de león: era un león auténtico. Advirtió también que el león sonreía ostensiblemente –una mueca de satisfacción coronaba su untuosa boca colmada de dientes y colmillos-, y Vicky pensó, con absurda ironía dada la situación, que tal vez en verdad el león no fuera tan fiero como lo pintaban, o que quizás los leones disfrutaban más copulando que comiendo a sus víctimas.
Pero Vicky se equivocaba por completo, de cabo a rabo, pues de pronto la sonrisa del león se cerró sobre su cuello.


Los hombres anónimos, en su mayoría tras haber eyaculado de gusto ante semejante visión, se fueron apartando poco a poco de los cristales de las cabinas y se encontraron unos con otros en el exterior del sótano del sex-shop.
-Esto sí que es un buen espectáculo, un buen circo, y no los que veíamos siendo niños –comentaron entre ellos.