El
otro día acudí a la presentación del nuevo libro de Rosa Martínez, el rotundo y hermoso poemario El miedo del doble a la soledad, publicado en Pregunta, editorial
que cumplía diez años justamente el día de la presentación. Lo presentó Alfredo Saldaña, autor del prólogo del
libro, y ambos escritores leyeron maravillosamente varios poemas del mismo. El
título del libro alude a la segunda parte del poemario, en la que se habla
sobre la temática del doble. La primera parte, más extensa, se titula El relato de las últimas palabras, y se
inicia con las citas de las últimas palabras de algunas celebridades como Virginia Woolf o Julio Cortázar. Es todo un acierto este asunto; en mi evocadora
mente aparecieron varias de ellas. Por ejemplo: “Me acabo de beber 18 whiskys
seguidos. Creo que he batido un récord”, fueron las últimas palabras del poeta Dylan Thomas. O la última vez que su
secretario personal vio vivo a Nostradamus,
el adivino le dijo: “No me encontrarás con vida al amanecer”. Y así fue; aquí
acertó plenamente. Y me parece muy elegante lo que dijo Lord Byron antes de fallecer: “Ahora yo me iré a dormir. Buenas
noches”. Sin embargo, las últimas palabras que más me han gustado de siempre
pertenecen al escritor humorístico Saki.
En la primera guerra mundial, en el año 1916, estaba en una trinchera cerca de
un cráter de obús cuando se incorporó y gritó: “¡Apagad este maldito
cigarrillo!”. Inmediatamente después, una bala le atravesó el cráneo. También
es célebre lo que respondió Karl Marx
cuando su ama de llaves le preguntó si tenía una última palabra: “¡Anda, vete!
Las últimas palabras son para los tontos que no han dicho nada”. Y hablando de
tontos, yo mismo escribí un breve cuento con el mismo título: Últimas palabras.
Dice así: “Mierda, no hay tiempo. ¿Qué cable cortamos, el rojo o el azul?”. “El
rojo”.
https://www.elperiodicodearagon.com/opinion/2022/12/03/ultimas-palabras-79478349.html
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