Las figuritas del belén: Cada noche, en la oscuridad del
salón, las figuritas del belén organizan batallas y combates. Los romanos por
un lado, los pastores y los reyes por el otro. A la mañana siguiente, a muchas
figuritas les faltan brazos, piernas, cabezas… El pobre gato, inocente por una
vez, se lleva las broncas de los dueños con serena resignación.
Ponga un pobre en su mesa: Cada Navidad, hago mi buena
acción. Pongo alguno de los pobres del barrio en mi mesa. Y sinceramente, una
vez cocinados, ya no huelen tan mal. Y más de uno resulta exquisito.
Haciendo el ángel: Me tumbo de espaldas en la nieve
y hago el ángel trazando arcos con los brazos y las piernas. En la nieve, mis
alas se tornan rojas. Me he abierto las dos muñecas; las Navidades me deprimen.
Carta a los Reyes: Queridos Reyes Magos: Este año os voy
a pedir algo especial; no es realmente un regalo. Además, con lo que os voy a
pedir, os vais a ahorrar muchos futuros regalos. Mi deseo, sencillamente, es
que se muera mi hermano pequeño, que de un tiempo a esta parte se lleva todas
las atenciones (y todos los regalos). Confío en vuestra discreción; que parezca
un accidente. Firmado: Juanito.
El amigo invisible: Despliego el papel del sorteo y aparece
escrito mi nombre. Sonrío para mis adentros. Me ha tocado a mí mismo. No se lo
diré a nadie, por supuesto, y así me regalaré lo que se me antoje. Mucho más
fácil que tener que discurrir un regalo para otra persona que vete a saber lo
que querrá. Sin embargo, os voy a confesar algo: en los demás papeles plegados
también está escrito mi nombre. En realidad no tengo que rendir cuentas con
nadie, no tengo familia ni amigos. Bueno, tengo amigos invisibles. Muy
invisibles. Ser un solitario es lo que tiene. Me miro en el espejo y me digo
con una gran sonrisa: ¡Feliz Navidad!
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