viernes, 13 de enero de 2017

RESEÑAS DE "LOS GUIONISTAS" (19)

Queco Ágreda reseña "Los guionistas" (Cornoque, 2016) entre su resumen de Lecturas del 2016 en su blog. Pongo el enlace a continuación:

http://queco.blogspot.com.es/2017/01/resumen-del-2016-comics-del-ano.html

Roberto Malo y Moratha en la presentación de "Los guionistas" en la librería Másdelibros de Huesca. 

Toda la info del tebeo en la web de Malavida:


"LOS GUIONISTAS" (Cornoque, 2016), con guión de Roberto Malo y dibujos magistrales de Moratha. 128 páginas a todo color. Un tebeazo de película, divertido y sicalíptico. Con prólogo de Jorge Asín. Y con las colaboraciones especiales de Chema Cebolla, Xcar Malavida, Carlos Melgares, Dani García-Nieto, Kalitos y Dionisio Platel.

Y aquí tenéis el vídeo promocional de "Los guionistas"
con animación de Moratha y música de Juan Verón. Un lujazo:


jueves, 12 de enero de 2017

REBAJAS




las rebajas 
de enero
me saludan
pero no las
quiero
me la sudan


miércoles, 11 de enero de 2017

RESEÑAS DE "ABASKHIA" (15)

Susana Esteban reseña "Abaskhia" (Delsan, 2012) en Mi mundo. Pongo el enlace a continuación:

http://emmarubio.blogspot.com.es/2016/07/abaskhia.html

El libro está ilustrado por David Laguens.

Por cierto, el gran artista David Laguens tiene una nueva y maravillosa web, donde podemos ver un montón de trabajos y proyectos fantásticos, algunos relacionados con "Tanga y el gran leopardo" y "Abaskhia"

Echadle un ojo a la web de David Laguens, es una pasada:

Roberto Malo contando "Abaskhia" en el Salón de Actos del Ayuntamiento de Cervera del Río Alhama (La Rioja) el 28 de diciembre de 2016.  

El 21 de noviembre de 2016 tuve varios Cuentacuentos en el CEIP Alto Aragón de Barbastro. Veamos algunas fotos. 

Roberto Malo contando "Abaskhia" en el CEIP Alto Aragón de Barbastro. 

Roberto Malo contando "Abaskhia" en el CEIP Alto Aragón de Barbastro. 

Otro momento del cuentacuentos. 

 Roberto Malo contando "Abaskhia".

Otro momento de la actuación. ¡Viva Abaskhia!

martes, 10 de enero de 2017

SUEÑOS DE AGUA





Cuando descubrí que el setenta por ciento del organismo humano es agua, casi me ahogo de la impresión. Una reacción natural, podría argumentar en mi defensa; al fin y al cabo, con tanta agua a mi alrededor... Que me aspen si lo entiendo, pensé, sopesando la reveladora enciclopedia. ¿Somos agua? ¿Eso es lo que somos a fin de cuentas? Polvo somos, sostenían algunos sacerdotes de mi colegio, y en polvo nos convertimos. Y una mierda para ellos. Éramos agua. Eso es lo que éramos realmente.
Agua.
Esta revelación, lejos de inquietarme sobremanera, me reconcilió con el mundo. A través de esta nueva perspectiva, lo cierto es que todo se entendía mucho mejor. Por ejemplo, sin ir más lejos, mi sed pertinaz de dicha sustancia líquida. Siempre me había preocupado bastante este particular; a todas horas me sorprendía a mí mismo bebiendo agua, litros y litros al día, como un maldito adicto al agua mineral, como un vampiro acuático sin escrúpulos. Ahora, sin embargo, con esta nueva luz, comprendía que se trataba de algo lógico e inherente en el ser humano, casi necesario, qué coño, e incluso muy saludable. Si sudaba como un cerdo, si iba al baño sin parar, si quemaba energía como un animal, estaba claro que tenía que reponerla para sobrevivir.
En mi ignorancia —iluso de mí— había dado por sentado que yo básicamente era carne y sangre, y no necesariamente en ese orden. Ahora comprendía que la carne, la sangre, era solamente el envoltorio de algo mucho más importante. Por dentro, en el fondo, yo era agua. Yo era la combinación de un volumen de oxígeno y dos de hidrógeno. Mi alma, de tenerla, estaba indefectiblemente pasada por agua. Es gracioso; este razonamiento se me antojaba ahora tan claro como el agua.
Yo era agua. La idea se había instalado en mi mente —de hecho, había sido recibida como agua de mayo—, y mi mente se metamorfoseaba en una pecera con vistas al mar, mis pensamientos volando como gaviotas. Yo era agua. Y todos éramos agua. Vivíamos en el planeta Tierra, que curiosamente era agua en sus tres cuartas partes, y nosotros, sus habitantes, más o menos en la misma proporción, éramos agua también. Éramos gotitas de agua en un gran vaso de agua. O mejor dicho, formábamos —todos juntos— la gota que colmaba el vaso.
Por fuera podíamos tener la apariencia de la horchata, del batido de chocolate, del café con leche, del zumo de piña, pero por dentro éramos iguales, indistinguibles, todos éramos agua. No había vuelta de hoja. Nos gustase o no, estábamos hermanados por el agua, ya fuera bendita o no.
Sin embargo, muy a mi pesar, este razonamiento hacía aguas por todas partes. El agua nos unía, sí, nos hermanaba, pero al mismo tiempo, lamentablemente, el agua nos separaba. Por ejemplo, existían las aguas jurisdiccionales, marcando siempre ciertos límites. No todo el monte es orégano, desde luego, y no toda el agua es dulce. Había que tenerlo muy presente. Me había dejado llevar, estaba visto. Había sido un inocente, un idiota.
Sentí que súbitamente me deprimía. Como siempre. No lo podía evitar; soy de los que se ahogan en un vaso de agua. Me encantaba darle vueltas y vueltas a cualquier idea, mareándola de acá para allá, pero al final, invariablemente, todas mis elucubraciones quedaban en agua de borrajas. Maldita sea mi estampa; tendría que buscar de nuevo el bote de agua oxigenada para restañar mis heridas.
En fin. Para olvidarme del tema —para que fuera agua pasada—, decidí salir a la calle. Era domingo, así que me vestí con la ropa de los domingos, me eché un poco de agua de colonia, le di dos besos a mi embarazadísima madre y salí de casa. Mi madre estaba muy ilusionada; le quedaba muy poco para romper aguas. Mi padre también estaba muy ilusionado, aunque a veces se le torcía el gesto y decía que estábamos con el agua al cuello y que se tendrían que matar a trabajar por nosotros. Por mí y por mi hermana, que ya era casi una realidad. Así era, iba a tener una hermanita algo tardana, y mis sentimientos respecto a ella estaban entre dos aguas. Por un lado era estupendo contar con una hermana pequeña, por descontado, ya estaba harto de ser hijo único, pero estaba claro que mis padres, por la novedad y esas cosas, me iban a dejar de lado.
Al llegar a la calle, sin embargo, mis pensamientos también quedaron de lado. Hacía un frío que pelaba y además caía aguanieve. Tal vez salir de casa no había sido una buena idea. No obstante, a pesar de no llevar puestas mis botas de agua, decidí seguir adelante. Mis pasos me llevaron resueltamente a la pastelería de la esquina; al observar las palmeras de chocolate y de coco, siempre se me hacía la boca agua. Pero esta vez opté por no mirar y pasar de largo. Tenía algo más importante que hacer.
Mis ojos iban muchos metros por delante de mis pies, alertas, acechantes, y pronto distinguieron el mar, recortándose en el horizonte con esa rara perfección que plasma la madre naturaleza. No era un día como para ir a la playa, febrero es lo que tiene, pero mis pasos me conducían con segura determinación hacia una playa doblemente mojada. No tardé en llegar al paseo marítimo, que se encontraba bastante desangelado, volando en él los copos de aguanieve a su antojo, y enfilé sin dilación las escaleras que daban a la arena de la playa. Pronto se hundieron mis pies en la arena, el aroma salado de las aguas me envolvió y el mar se extendió ante mis ojos con su infinito manto azul.
El mar es un espectáculo impresionante, desde luego. A veces, sólo de ver tanta agua junta, me entraban unas ganas horribles de mear. Mi madre, que la quiero mucho, pero es un poco cursi, siempre me decía que en el mar se pueden hacer aguas menores pero no aguas mayores. Lo que discurre la gente por no decir mear o cagar, coño. En cualquier caso, con el frío que hacía, ni se pasaba por mi cabeza entrar en el mar ni mucho menos hacer cualquier cosa dentro.
Sin embargo, lo cierto es que buscaba algo, algo que me diera el mar. El agua era vida, y el agua daba la vida. Y yo quería un regalo del mar para la nueva vida que iba a venir. Quería un regalo para mi hermanita. Quería demostrarle que la quería. Así que me puse a caminar por la orilla, observando el baile de las olas que venían y se iban, esperando encontrar entre su festoneado manto el regalo que necesitaba.
Distinguí un castillo de arena algo alejado de la orilla, pero al estar recubierto de copos de aguanieve lo cierto es que parecía un castillo de agua. La imagen me gustó: un castillo de agua. Cuando mi hermana fuera algo mayor, pensé, le contaría cuentos, cuentos con castillos, ogros y princesas de agua. Pero ahora no quería un cuento, necesitaba algo más tangible. Algo que le pudiera entregar. 
Y sentí el regalo, antes de verlo. Contra mi zapato derecho, impulsada por las olas, había ido a parar una caracola. “Hola, hola, caracola”, pensé ilusionado. La tomé con presteza, no fuera a llevársela el mar tan fugazmente como había aparecido, diríase que expresamente para mí. Era de color blanco, y tenía un tamaño considerable, como el puño de una niña. La llevé a mi oído y escuché su voz, la voz del mar, la voz de las aguas primigenias. “Funciona”, pensé estúpidamente y con una gran sonrisa en mi cara.
Misión cumplida, me dije. Tras secarla y limpiarla de arena y sal, metí la caracola en el bolsillo de mi cazadora, convencido de que era un buen regalo. De regreso a casa, ya me imaginaba a mi hermana naciendo, escuchando atónita el rumor de la caracola, creciendo, incluso teniendo varios años. Y me imaginaba jugando con ella a cualquier cosa, por ejemplo a los barcos, como en verdad ocurriría al cabo de los años. Veía su cara, vagamente parecida a mí —pero algo más guapa—, tapando el papel y diciéndome con una media sonrisa: Jota cuatro. Y yo me imaginaba mordisqueando el bolígrafo y replicando sin inmutarme:
Agua.

"Sueños de agua" es un relato perteneciente al libro "Los soñadores" (Pregunta, 2016).


lunes, 9 de enero de 2017

RESEÑAS DE "LOS SOÑADORES" (10)

Reseña de "Los soñadores" (Pregunta, 2016) en la Revista Literaria Fábula (Número 39, Otoño-Invierno 2016): 

La reseña en papel.

Portada del número 39 de la revista Fábula.

David Francisco y Roberto Malo en la Feria del Libro de Zaragoza.

En la web de la Revista Prótesis podéis leer "Sueños de agua", relato perteneciente a "Los soñadores". Pongo el enlace a continuación:

http://www.revistaprotesis.com/2016/06/suenos-de-agua.html

domingo, 8 de enero de 2017

FOTOS DE "LOS COMICLOWNS" EN DÍDOLA

Ayer sábado 7 de Enero tuvo lugar una función de "LOS COMICLOWNS" en Espacio Dídola. Tuvimos el aforo completo y estuvo genial. Veamos algunas fotos. 

"LOS COMICLOWNS" es un espectáculo participativo de teatro, clown, títeres y música en vivo de una hora de duración para todos los públicos. Cuatro actores dan vida a "Petoste", "Sinfonier", "Chincheta" y "Escabeche", los cuatro entrañables personajes de esta divertida historia infantil llena de magia y música. 

Chincheta en el Rincón de los Artistas.

Los Comiclowns en acción.

Hubo un ambiente estupendo.

Mil gracias a ese público tan participativo.

Nos lo pasamos genial en Dídola.

Mil gracias a todos. Estuvo fantástico. Y mil gracias a Cristina Pemán, como siempre, por una maravillosa organización. ¡Hasta pronto!

miércoles, 4 de enero de 2017

"LOS COMICLOWNS" EN DÍDOLA

Sábado 7 de Enero
18:00 horas
"LOS COMICLOWNS"
Espacio Dídola
Calle María Montessori 2
Zaragoza

Toda la info en:
http://didola.es/actividad/los-comiclowns/

Este sábado nos visitan los Comiclowns. Ellos son “Petoste”, “Sinfonier”, “Chincheta” y “Escabeche”, los cuatro entrañables personajes de esta historia infantil llena de magia y música.
Es un espectáculo participativo de teatro, clown, títeres y música en vivo de una hora de duración para todos los públicos. Una nueva obra de Roberto Malo y los Hermanos Carcoma con la que seguro que no faltan las carcajadas.
Será el sábado 7 de enero a las 18 horas en el Espacio Dídola.
La entrada cuesta 5€ por persona. Los menores de tres años no pagan; los adultos que entren al espectáculo sí. Los que lo prefieran, pueden esperar tranquilamente en cafetería tomando un rico trozo de pastel Red Velvet. Por ejemplo.
Es imprescindible reservar previamente en cristina@didola.es, y avisar por la misma vía si luego no se puede acudir.
¡Nos vemos!

martes, 3 de enero de 2017

CARTA A LOS REYES




Queridos Reyes Magos:

Este año os voy a pedir algo especial; no es realmente un regalo. Además, con lo que os voy a pedir, os vais a ahorrar muchos futuros regalos. Mi deseo, sencillamente, es que se muera mi hermano pequeño, que de un tiempo a esta parte se lleva todas las atenciones (y todos los regalos). Confío en vuestra discreción; que parezca un accidente.

Firmado:
Juanito

"Carta a los Reyes" es uno de los 60 relatos de "La sonrisa del león" (Dissident Tales, 2015). El libro está ilustrado magistralmente por Javi Hernández.

lunes, 2 de enero de 2017

FOTOS DE "LOS COMICLOWNS" EN CHIPRANA

El viernes 30 de diciembre de 2016 tuvo lugar una función de "Los Comiclowns" en el Pabellón de Chiprana.

"LOS COMICLOWNS" es un espectáculo participativo de teatro, clown, títeres y música en vivo de una hora de duración para todos los públicos. Cuatro actores dan vida a "Petoste", "Sinfonier", "Chincheta" y "Escabeche", los cuatro entrañables personajes de esta divertida historia infantil llena de magia y música. 


"Los Comiclowns" en el pabellón de Chiprana.

Otro momento de la actuación. Estuvo genial, mil gracias a todos. ¡Hasta la próxima!

viernes, 30 de diciembre de 2016

"LOS COMICLOWNS" EN CHIPRANA

Viernes 30 de Diciembre
18:00 horas
"LOS COMICLOWNS"
Pabellón
Chiprana (Zaragoza)

"LOS COMICLOWNS" es un espectáculo participativo de teatro, clown, títeres y música en vivo de una hora de duración para todos los públicos. Cuatro actores dan vida a "Petoste", "Sinfonier", "Chincheta" y "Escabeche", los cuatro entrañables personajes de esta divertida historia infantil llena de magia y música. 

¡Nos vemos!

jueves, 29 de diciembre de 2016

"LOS TRES REYES" EN FAYÓN

Jueves 29 de Diciembre
18:00 horas
"LOS TRES REYES", teatro  infantil de Roberto Malo y Los Hermanos Carcoma
Salón del baile
Fayón (Zaragoza)

"LOS TRES REYES" es una obra de teatro infantil de Roberto Malo y Los Hermanos Carcoma, un espectáculo participativo de teatro y títeres para todos los públicos en el que los tres actores-autores ponen en pie su libro infantil "Los tres reyes" (Dissident Tales, 2015), escrito por Roberto Malo, Jesús Mesa y Daniel Tejero e ilustrado por Teresa del Río. Un rey anciano, un rey malvado, un rey dragón, un trovador enamorado, una princesa caprichosa, un duende bailarín, un hechicero algo loco, una cueva parlante o un murciélago gigante son algunos de los personajes que aparecen en esta singular historia.

¡Nos vemos!

martes, 27 de diciembre de 2016

CUENTACUENTOS DE ROBERTO MALO EN CERVERA DEL RÍO ALHAMA

Miércoles 28 de Diciembre
18:00 horas
CUENTACUENTOS DE ROBERTO MALO
Salón de Actos del Ayuntamiento
Cervera del Río Alhama (La Rioja)

¡Nos vemos!

lunes, 26 de diciembre de 2016

CUENTACUENTOS DE ROBERTO MALO EN SAN MATEO DE GÁLLEGO

Martes 27 de Diciembre
17:30 horas
CUENTACUENTOS DE ROBERTO MALO
Biblioteca de San Mateo de Gállego (Zaragoza)

¡Nos vemos!

viernes, 23 de diciembre de 2016

NOCHE DE PAZ





Venga, Juanito, duérmete, que si no, vendrá el hombre del saco y se te llevará.
Pero, mamá...
Además, esta noche te traerán los regalos los reyes y no querrás ver carbón por haberte portado mal.
Por eso, ya que es Navidad...
Nada, nada. Que duermas bien y hasta mañana.
María le da un beso a su hijo y apaga la luz.
Juanito se abriga bien con las mantas y su pequeño cerebro de siete años se pone a pensar.
Mentiras, todo son mentiras. Javier el pelota me aseguró que los reyes magos no existen, que son los padres. ¡Mis propios padres me engañan! En algo en lo que fielmente creía, siendo muy bueno, quizás inconscientemente, para recibir los regalos que yo pedía..., pues ya ves, no se puede confiar en ningún adulto. O nos mienten o no nos responden a nuestras preguntas.
Ahora me doy cuenta de las razones que impulsaban a mi padre a decirme que no les pidiera más de tres regalos. Y si eran muy caros no llegaban. ¡Toma!, como que los compraba él.
Y al preguntarles a mis padres cómo había venido al mundo, me dicen que me trajo una cigüeña. ¿Pero qué se creen? ¿Que soy tonto? Claro que siendo que me ocultan tantas cosas, igual no soy un niño normal, o igual soy adoptado. ¡Dios mío, no, no lo creo! Sería horrible que me lo dijeran al cabo de unos años. Creo que al ir creciendo vas averiguando todas las mentiras y te conviertes en un adulto mentiroso. También Javier el pelota me dijo que los niños nacemos por un error de los padres. Me dijo que no lo entendía, pero que se lo había oído decir a alguien.
Respecto a lo del hombre del saco, no sé si existirá, pero me da mucho miedo. Sólo con que me lo nombre mi madre, hago lo que sea. A mi padre lo que le da mucho miedo es algo que se llama Hacienda. Una vez le pregunté qué era. Me contestó que eran un grupo de cabritos. No sé qué quiso decir; ¿era un rebaño eso de Hacienda?
Y esta noche no me voy a dormir. Así sorprenderé a mis padres cuando coloquen los regalos. Les daré un buen susto. Después de hacerles esto, seguro que no me mienten. Aunque este año les he puesto en un aprieto, ya que no les he dicho los regalos que he pedido a los reyes. No sé lo que se les ocurrirá comprarme. Me he percatado de cómo mi mamá me preguntaba insistentemente lo que quería, pero no se lo he dicho. Este año quería cosas sencillas, como por ejemplo un belén. ¡Caray!, toda casa que se precie tiene que tener en Navidad un belén, y nosotros no lo tenemos. Aunque de árbol de Navidad no nos podemos quejar. Como el salón es muy alto, el árbol mide más de tres metros. ¡Mecachis!, es un buen árbol. Se pueden colgar en él docenas de regalos.
Bueno, me parece que mis padres se han acostado. Me voy a levantar a coger posición en el salón, al lado de la chimenea. Allí no tendré frío y podré verles cuando pongan los regalos.
Juanito se levanta, baja las escaleras sin hacer ruido y llega hasta el salón. Se sienta detrás de un sofá.
Al poco, el sueño le empieza a atacar. No debo dormirme, piensa el chiquillo.
Entonces oye un ruido. Proviene del interior de la chimenea, como si algo hubiera caído.
Vaya trompazo me he dado, se escucha.
Sale de la chimenea un personaje de indumentaria roja con un enorme saco a la espalda.
Dios mío, es el hombre del saco, piensa Juanito aterrado, no he obedecido a mi madre y viene a castigarme.
En un alarde de valor, aferra un candelabro y se lanza hacia él. El hombre está de espaldas y agachado; no será difícil golpearle.
Alza el candelabro en el aire.
Vete a tomar por saco, piensa Juanito.
Lo deja caer con fuerza en la cabeza del extraño. Es un golpe seco. Se derrumba pesadamente.
Al mirarlo ahí tendido, Juanito ve quién es realmente el intruso.
¡Pero si es... Papá Noel, o Santa Claus... o como se llame! Como me lo haya cargado...
Se acerca a él lentamente.
Y yo creyendo que era el hombre del saco. Ay, cuántas bofetadas me va a dar la vida.
Pero bueno, ¿y este qué hacía aquí? Yo creo en los reyes magos, no en el tío este con barba que está como una foca.
¡Oiga, dígame algo! ¿Está usted bien?, dice Juanito mientras le da pequeñas bofetadas.
El hombre no reacciona.
Este se me ha muerto, se dice el muchacho. Ya la he cagado. ¿Qué voy a hacer yo ahora?
Nosotros nos encargaremos del cadáver.
Juanito se vuelve alarmado, y parpadea ante lo que tiene delante.
Son los tres reyes magos.
No te preocupes, Juanito. Nos encargaremos del cadáver, del utilitario que tiene aparcado en el tejado y te dejaremos nuestros regalos, habla Melchor.
¿Está muerto?, pregunta el chaval.
Sí. Y no sabes cómo te lo agradecemos. Nos has quitado un gran peso de encima. Ahora, casi todos los niños le piden los regalos a él. Como pago, qué menos que encargarnos de este jaleo.
Gracias. Me alegro de que existáis, dice Juanito sonriendo.
De nada. Puedes irte a la cama; tenemos que trabajar y la noche es corta.
Juanito se despide y se va a la cama.
Cuando lo cuente en clase no se lo van a creer, piensa.
Esa noche ya no tiene pesadillas con el hombre del saco.



El chaval se despierta a las ocho de la mañana.
Vaya sueño he tenido, piensa mientras bosteza.
Mira el reloj.
Caramba, menudo madrugón.
Se levanta a ver los regalos. Y nada más levantarse, ve que hay algo nuevo en su mesa de estudios.
¡Dios mío, un belén! ¡Por fin lo tengo!
Se acerca para distinguir las figurillas. Los diminutos reyes magos parecen sonreír.
¡Claro, no fue un sueño!, piensa asombrado.
Va corriendo hasta el salón.
Cuando llega y ve el enorme árbol de Navidad, tiene que sentarse para no desmayarse de la emoción.



¡Juan! Se ha despertado el chico, dice María, levantándose de la cama.
¿Qué dices?
Que he visto que iba hacia el salón.
Bueno, ¿y qué?
¿Cómo que qué? Pues que no le hemos puesto los regalos todavía.
Pues nada, vamos y le decimos que vuelva a la cama, que no han llegado los reyes todavía.
¡Pues venga, levántate!
Ya va, ya va... Qué prisas.



¡Mamá! ¡Papá! Mirad lo que han traído los reyes, dice Juanito emocionado.
Hijo mío, comienza a decir su madre, es que...
Se queda sin habla al ver el árbol. Está abarrotado de regalos. Hay tres abrigos de piel sintética, dos cazadoras de cuero, un piano de cola, una guitarra, un aparato de música, un monopoly, una caña de pescar, un tablero de ajedrez, diez corbatas, lencería femenina, un ibertren, tres puzzles de dos mil piezas, veinte pares de calcetines, cinco pares de guantes, un dvd, un televisor de pantalla plana, una bicicleta, un ordenador portátil, diez botellas de whisky y un sinfín de regalos.
Todo esto debe de ser carísimo, comenta María, anonadada.
Se han portado bien los reyes este año, ¿eh, papis?, dice Juanito.
Diría que es una broma del tío Gerardo, murmura María, pero es todo demasiado caro como para ser de él.
¡Mira, cariño!, dice Juan. Hay un Papá Noel colgado de tamaño natural. Hasta la barba parece auténtica.
Juanito sonríe complacido.
Sí, es verdad, asiente María. Oye, Juan, tú nunca has ido de caza, ¿verdad?
No, ¿por qué?
¿Y no conoces a ningún cazador?
No. ¿Por qué lo dices?
Nada, por esos trofeos de cabezas de ciervo que hay en la pared.
Juan mira la pared embobado. Todo esto es demasiado para él. ¿Quién habrá dejado todas esas cosas?
Falta el último regalo, dice Juanito. Está fuera, vamos.
Aturdidos, abren la puerta principal, y se encuentran ante dos corceles blancos majestuosos enganchados a un carro con cierta forma de trineo.


"Noche de paz" es un relato perteneciente al libro "Los soñadores" (Pregunta, 2016).