Desde
que escribo columnas, mi vida ha cambiado. Sutilmente tal vez, pero ha
cambiado. Lo noto en pequeños detalles. Ahora miro todo lo que me rodea con
otros ojos, con otro talante, quizás anhelando, inconscientemente, el tema de
mi siguiente columna. Leo las noticias con fruición, intentando sacarles punta;
buceo entre líneas buscando esas perlas negras que están ahí pero ocultas a la
mayoría de las personas. Sufro de columnitis
aguda, una enfermedad muy común entre los escritores y periodistas: consiste en
contemplar la realidad como un campo experimental del que hay que extraer la
chispa, el jugo, el significado. Se podría decir que el mundo es un vasto
esqueleto al que hay que arrancarle la columna vertebral. Tal cual. Pero no lo
digo como algo negativo, que conste. De hecho, ser columnista tiene aspectos
muy positivos. He descubierto que me sirve como excusa para hacer lo que
realmente quiero. Cariño, tenemos que ir a ver la última película de Quentin
Tarantino, pero para la columna, eh, ya sabes. Y cuela (en este caso porque
salen Leonardo DiCaprio y Brad Pitt, todo hay que decirlo). A mi mujer la
escena que más le ha gustado es cuando Brad Pitt se quita la camiseta para
arreglar la antena de televisión. Curiosamente, y salvando las distancias, yo
en las columnas hago lo mismo. Me desnudo emocionalmente, realizo un striptease
sentimental, intentando aportar algo de mi experiencia a los lectores. ¿Da para
columna?, pienso cuando tiene lugar alguna anécdota graciosa en mi entorno
cercano. Y a veces sí y a veces no. La vida es una columna.
martes, 4 de julio de 2023
COLUMNITIS AGUDA
"Columnitis aguda" aparece en "Malas firmas" (Interludio, 2020). Toda la información del libro en el siguiente enlace:
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