Ya tengo preparado mi discurso para cuando me den el Oscar. Bueno, en realidad lo tengo
preparado desde hace más de treinta años. Lo decidí cuando veía la gala de los
Premios de la Academia de Hollywood del año 1990. En aquella época la ceremonia
se celebraba en lunes (ahora es en domingo). Recuerdo que ese mismo lunes había
acudido por la tarde a ver Bailando con
lobos, en el desaparecido Coliseo Equitativa, y salí del cine entusiasmado.
“Seguro que por la noche le caen un montón de premios”, pensé. Y así fue, le
cayeron siete Oscar, entre ellos mejor película, mejor dirección para Kevin Costner y mejor banda sonora para
John Barry, y yo dando botes en casa
mientras disfrutaba la retransmisión de la gala por Televisión Española (qué
tiempos aquellos). La cosecha del año 1990 había sido excelente. Entre las
nominadas, Uno de los nuestros, Cyrano de Bergerac, Misery, El padrino III, Pretty Woman, La caza del Octubre Rojo, Eduardo
Manostijeras, Desafío total, Ghost, Dick Tracy… Mi momento favorito es cuando Joe Pesci ganó el premio al mejor actor secundario y al recoger el Oscar bisbiseó muy emocionado: “Es un privilegio. Gracias”. Y se fue. Y pensé:
“Esa es la actitud”. Viva la brevedad. Y más en una gala tan larga. Lo cierto
es que en el momento casi ni me enteré de lo de “It´s my privilege”. Pero
retumbó ese “Thank you” de manera epifánica. Así sería mi discurso: “Thank
you”. Y a correr. Con mi paupérrimo nivel de inglés, solamente tendría que
decir eso y gracias, nunca mejor dicho. Sé que nunca voy a ganar un Oscar,
vale, pero ya tengo el discurso preparado (no todos pueden decir lo mismo). Y
ojo, para cualquier otro premio internacional o importante también puede servir
el mismo discurso. Basta con decir “gracias” en el idioma que sea y ya está. De
nada (que no se diga que mis columnas no sirven para nada).
https://www.elperiodicodearagon.com/opinion/2023/03/11/discurso-oscar-84450303.html
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