Querido
mío:
Estoy
desolada por lo que me cuentas en tu último e-mail. No encuentro palabras para
disculparme, mi vida, sólo puedo alegar en mi defensa que después de un
encuentro sexual tan excitante y placentero (como siempre contigo, mi amor) una
pierde el norte y la razón y en la loca huida deja cualquier cosa por el
camino. Si no, no se puede explicar de ninguna manera que me dejara las bragas
debajo de la cama. (Claro que si limpiaras de vez en cuando, corazón, no las
hubiera encontrado esa arpía que tienes por mujer.) Tampoco tengo claro, lo
confieso, cómo me pude olvidar el sujetador entre los cojines del sofá del salón
(aunque bien sabes que, como mis pechos son pequeños y firmes, no lo suelo
echar en falta si no lo llevo puesto). Por otro lado, también es imperdonable,
lo sé, haber abandonado mi cepillo de dientes rosa en tu baño marital (pero es
que soy muy escrupulosa y ya sabes que, después de tragarme según qué cosas, me
gusta lavarme la boca a conciencia). Y tampoco entiendo de ningún modo, lo
reconozco, cómo pude alojar mis pendientes en el cajón de la mesilla de noche
de tu mujer (pero ya sabes, en mi descargo, que me encanta desnudar mis orejas
para que puedas cubrírmelas a besos, picarón). En fin, lo del bolso en la
entrada y mi sombrero en el perchero fue cosa de esa cabecita loca que tengo
(loca por ti, por cierto), que cualquier día me la dejo también. Aunque por lo
que me cuentas, con tu mujer encontrando todo (¡también es casualidad!),
gritándote de todo (pobrecito mío) y abandonándote sin remisión, tal vez no
tenga que olvidarme mi cabeza la próxima vez. Sé que estás deshecho (como yo,
mi vida, créeme), pero piensa que, aunque tu matrimonio se haya ido al garete,
me tienes a mí para lo que quieras.
Tuya para siempre (ahora sí)
"Querido mío" es uno de los 60 relatos de "La sonrisa del león" (Dissident Tales, 2015). El libro está ilustrado magistralmente por Javi Hernández.
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