domingo, 2 de marzo de 2014

UNIÓN




Con la bolsa de deporte al hombro, el hombre sale del gimnasio sintiendo que una parte de él se queda dentro. Vuelve la cabeza, escruta el interior del gimnasio desde la puerta de cristal y no distingue nada suyo, nada que le pertenezca de forma directa o que pueda echarse al hombro, a los bolsillos o al alma.


gimnasio: museo de espejos, máquinas de tortura y carne trémula


Sin darle más importancia de la que se le concede al cumpleaños de un desconocido, el hombre da media vuelta y se encamina hacia el bar ubicado en la esquina de la misma calle. Observando los escaparates de las tiendas, sin prisa alguna, llega hasta el bar, rodea el pomo de la puerta con su mano libre y empuja hacia dentro para así poder entrar.


empujar es un método habitual para conseguir algún propósito


El hombre recorre con la vista el interior del bar y se aproxima cauteloso a la barra, como temiendo ser abordado a la primera de cambio por la sensual camarera, antes de haber decidido qué consumir. Se lo piensa durante un par de segundos y pide una cerveza negra. La camarera asiente con una sonrisa y va grácilmente a ponérsela.


de noche todos los gatos son pardos y todas las cervezas negras


Cuando la camarera le trae la cerveza el hombre descubre asombrado que no lleva dinero encima. Decide entonces ligarse a la camarera para así no tener que pagar. Le pregunta con un guiño cómo se llama y ella se lo dice. Le pregunta de dónde es y resulta ser de su mismo pueblo. Ante semejante coincidencia caen enamorados los dos al momento, el hombre invade la barra y allí mismo hacen el amor.


el amor es ciego. el amor es ilógico. el amor es ladrón


Una semana después el hombre y la camarera se casan. Acuden a la boda los clientes del gimnasio y los del bar. La ceremonia es un éxito, los dos dicen “sí, quiero” y el arroz vuela por los aires. Todos ríen, cantan y bailan, los recién casados montan en el coche de novios y se alejan de allí entre risas y gritos, arrastrando por la carretera una docena de latas de cerveza negra que alguien ha enganchado al guardabarros.


matrimonio: unión de dos personas, nadie sabe por qué




8 comentarios:

Ginés J. Vera dijo...

Me ha seducido como si escuchase a Salinger o al admirado Carver. Tus relatos son brutales, con éste me apetece una cerveza y no hacerme preguntas, por si acaso. Brindo por ti, Roberto.

Marcos Callau dijo...

Del gimnasio al matrimonio, pasando por el bar. Está muy bien este relato, Roberto. Y que no falten las cervezas negras.

roberto dijo...

Salinger, Carver..., madre mía. Por si acaso tampoco te hago preguntas. Salud, Ginés.

roberto dijo...

Las cervezas son sanísimas para el riñón. Hay que tomar más cervezas, claro que sí, Marcos. Salud.

39escalones dijo...

Si ya digo yo, que hacer ejercicio es malo...

roberto dijo...

Ya, pero fíjate que el ejercicio es una buena excusa para luego echar una cerveza. Lo que pasa es que luego una cerveza nos lleva a otra y a otra, y a hacer muchas tonterías...

39escalones dijo...

Ahí le has dado: ir al gimnasio es malo. Pero ir al bar del gimnasio es un gran ejercicio...

roberto dijo...

Ir a los bares es un gran ejercicio, sin duda...