sábado, 1 de marzo de 2025

"VIGALONDO FOREVER", MI COLUMNA SEMANAL EN EL PERIÓDICO DE ARAGÓN

Esta semana he ido al cine a ver Daniela Forever, el quinto largometraje de Nacho Vigalondo, y como se suele decir en estos casos: no hay quinto malo. El cineasta de Cabezón de la Sal está cimentando una filmografía inclasificable e impecable, abonada a la ciencia ficción y la fantasía. Tras abordar los viajes en el tiempo y las paradojas temporales en Los cronocrímenes (su magistral ópera prima), los contactos con alienígenas en Extraterrestre (su romántica marcianada con aires de Muchachada Nui), las nuevas tecnologías y sus peligros en Open Windows (su salto al inglés con Sasha Grey y Elijah Wood) y los monstruos gigantes de la cultura japonesa en Colossal (tal vez su mejor filme, con una colosal Anne Hathaway y un tremendo Jason Sudeikis), llega ahora el momento de sumergirse en el mundo de los sueños. Daniela Forever es su gran película onírica y, para los que nos pierden los sueños, supone todo un festín para los sentidos. Nicolás (Henry Golding) y Daniela (Beatrice Grannò) forman la pareja protagonista de este nuevo peldaño en el personal universo de Vigalondo, donde chico conoce chica, chico pierde chica tras un accidente mortal, y chico se vuelca en sueños lúcidos a través de un fármaco experimental para volver a estar con su chica de alguna manera, aunque con consecuencias imprevisibles. Los sueños los vemos en formato panorámico de alta definición y el mundo real aparece en formato Betacam cuadrado, diferenciando así claramente el mundo onírico de la vigilia. Vigalondo nos regala una cinta surrealista e hipnótica, con imágenes poderosísimas, giros incómodos que no te esperas y una lúcida reflexión sobre el duelo y su aceptación. En un sueño el protagonista decide volver al lugar donde fue más feliz trabajando, una especie de casa del terror, y se disfraza con el mismo atuendo que llevaba entonces, de vampiro genérico, pero esta vez con una sierra mecánica, y Daniela decide acompañarlo disfrazada de tiburón, pero con pistola. Al salir del cine, maravillado y todavía dándole vueltas a la trama, decido que ya tengo disfraz para mí y para mi pareja en este Carnaval: de vampiro con motosierra y de tiburón con pistola, claro que sí, como homenaje a uno de los creadores más originales del cine patrio, y uno de los más internacionales, por cierto. ¡Viva Vigalondo! ¡Y viva el Carnaval!


"Vigalondo forever", mi columna semanal en El Periódico de Aragón de hoy sábado 1 de marzo.

Asimismo, podéis leer la columna "Vigalondo forever", de Roberto Malo, en el enlace de la web del Periódico de Aragón que pongo a continuación:


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