Esta semana se acabaron mis
vacaciones con un estruendoso aplauso al aterrizar a la perfección el avión que
nos traía de vuelta a casa, al aeropuerto de Zaragoza, posándose suavemente en
la pista como un polluelo volviendo al nido tras un buen vuelo y desacelerando
de manera progresiva y eficiente en los últimos metros hasta detenerse
finalmente. El avión iba lleno hasta los topes, y muchos pasajeros aplaudieron
al tomar tierra, tal vez como señal de agradecimiento a la pericia de los
pilotos o quizás más bien como una manera de liberar la tensión y comprender palpablemente
que seguimos vivos. Lo mejor de las vacaciones es volver para contarlo. Eso se
merece un aplauso, claro que sí. Hay gente que se muere de vergüenza ajena ante
estas muestras efusivas y estentóreas en los aviones, lo ven como algo rancio,
propio de catetos, pero a mí los aplausos me gustan. Los aplausos siempre están
bien. Como cuentista, como titiritero, vivo de ellos. Los aplausos alimentan.
Estoy seguro de que a la mayoría de las azafatas les gustan los aplausos, aunque
hace poco leí que una de ellas era muy crítica con el tema. Y los pilotos, me
consta, lo agradecen cuando se lo comentan los miembros de la tripulación, si
bien ellos no escuchan en realidad los aplausos al estar la cabina cerrada rigurosamente
desde el fatídico 11 de septiembre; cosas de la seguridad. En fin, se acabó el
verano, con sus serpientes de verano, que nunca faltan, y comienza un nuevo
curso. (Me viene a la cabeza por asociación aquella terrible película de
acción, Serpientes en el avión, que
daba lo que prometía el título, y yo por mi parte creo que he hecho algo muy
parecido con mi columna, y me temo que con resultados similares). Encaremos la
vuelta al cole con un aplauso cargado de optimismo y energía a raudales, que lo
vamos a necesitar. Más aplausos en la vida, claro que sí.
"Aplausos en el avión", mi columna semanal en El Periódico de Aragón de hoy sábado 9 de septiembre.
Asimismo, podéis leer la columna "Aplausos en el avión", de Roberto Malo, en el enlace de la web del Periódico de Aragón que pongo a continuación:
2 comentarios:
¡Hace tanto tiempo que no viajo en avión, que se me ha olvidado incluso el ruido de los motores o lo bien que te hace sentir la salva de aplausos del final! Gracias por compartir esa experiencia que ha despertado al viajero que hay en mí.
Hay que viajar más, claro que sí.
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