Un
nudo se formó
en mi
garganta
y un
escalofrío recorrió
mi
espina dorsal.
El
vello de mi nuca
se
erizó
y el
pánico inundó
cada
fibra de mi cuerpo.
¿Por
qué?
Pues
porque sentí
que
la oscuridad me perseguía...
Sentí
que la oscuridad
cobraba
forma
y
venía a por mí
con
funestas intenciones.
Sentí
que toda la atmósfera
del pasillo
cobraba vida.
Sentí
que a mis espaldas
nacían
cientos y cientos de monstruos horrendos,
aprovechándose
de la total negrura...
Había
sido un estúpido.
El
anterior interruptor de la luz
lo
había dejado atrás sin pulsarlo
para
así no tener que volver luego a apagarlo,
y
desde luego había sido un grave error,
ya
que el pasillo era tan largo...
Sí,
no lo veía,
pero
sabía que ahora era muy largo,
inmenso,
interminable...
Dios,
tenía que llegar a mi habitación como fuese.
Una
vez allí podría encender la luz
y
seguramente con ello moriría la oscuridad,
se
esfumaría, desaparecería, se olvidaría de mí.
Pero
ahora la notaba a mi lado,
cada
vez más cerca.
Y
entonces sentí que algo férreo
me
abrazaba por la cintura
y que
algo viscoso rodeaba a la vez
mi
cuello con tenacidad.
Caí
de bruces al suelo
y
algo gelatinoso me rodeó todo el cuerpo
como
una manta bañada en mermelada rancia.
Profiriendo
gritos de locura y dolor
me
incorporé como buenamente pude,
abrazado
por mil brazos que no eran brazos,
avancé
un par de metros
llevando
a cuestas mil bocas que me devoraban
y
busqué a tientas el interruptor de la luz,
pasando
mis manos
con
fruición y desesperación
por
las frías paredes.
De
pronto
lo
sentí y lo pulsé.
Y al
brotar la luz
como
una explosión de color blanco
y ver
a la perfección lo que me cubría y me devoraba
lamenté
sobremanera
el
haber encendido la luz.
"Oscuridad" es uno de los 60 relatos de "La sonrisa del león" (Dissident Tales, 2015). El libro está ilustrado magistralmente por Javi Hernández.
2 comentarios:
Este es muy bueno, Roberto. Ayyy, desde luego, existen cosas que,mejor, no alumbrarlas. Abrazos.
Tú sí que eres bueno, Marcos. Un abrazo grande.
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