Me aplastó
con su mirada.
Me ensombreció
con su desprecio.
Años después,
me pidió un autógrafo.
Intenté aplastarla
con mi mirada.
Intenté ensombrecerla
con mi desprecio.
Le firmé el autógrafo.
Soy un blando.
blog del escritor
12 comentarios:
Blando, sí, ya... A saber qué querías a cambio del autógrafo, ladrón...
Lo que no pueda una mujer!
A veces nos descubrimos no tanto por nuestros pensamientos sino por nuestras obras. Delicioso, felicidades.
Que sí, Alfredo, que sí, que soy un blando...
Así es, Marcos, la mujeres pueden con todo...
Las obras nos definen, Ginés, claro que sí.
Curioso texto, así es el amor nos arrasa, se va y cuando regresa y le tenemos preparado un trago de su propio chocolate...sigue siendo irresistible.
Saludos, y un placer.
Ay, el amor... Un saludo, Beatriz.
Cada uno queda por lo que es.
Un saludo, Cristina.
Sencillo y rotundo. Muy bueno.
Hombre, un abrazo, Sergio. Gracias por pasarte.
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