Desde
donde alcanza mi memoria, siempre ha estado la librería París. Ya tengo una
edad, lo admito, pero la París tiene más. Este jueves 10 de agosto mi librería
favorita ha cumplido 60 años de existencia. Ahí es nada. Muchas felicidades. La
París siempre cumple, suelo pensar cuando les encargo algo. Y estos días cumple
una cifra muy significativa y redonda. Y hay que celebrar estas efemérides,
claro que sí. Al comprarles el otro día unos libros, me regalaron un abanico
amarillo con el logo del 60º aniversario. Y pude ver una pequeña y coqueta
exposición que han montado en la librería para conmemorar tan emblemática
fecha. Hay fotografías estupendas y objetos de otros tiempos; me encanta el
panel donde lucen anécdotas divertidísimas escritas por los propios libreros en
notas a vuela pluma. Como decía, desde mi punto de vista siempre ha estado ahí,
como el dinosaurio de Augusto Monterroso,
es un sueño que se mantiene inalterable. Una librería es un negocio temerario que
tiene algo de quimera, de optimismo ilimitado, de entusiasmo y vocación a
prueba de bombas. Y de todo ello van servidos, no hay ninguna duda. Por otro
lado, uno al entrar en ella se siente en casa, se siente en familia, arropado y
en las mejores manos. Y es que realmente la París la forma una gran familia,
con los hermanos Pablo, César y Esther al frente de la nave que fundó su padre, Pepe Muñío, el 10 de agosto del año
1963. Es una librería que apoya y promociona a los autores. Y muchos tenemos
una deuda enorme con la París. Los autores necesitamos editoriales que
arriesguen por nosotros y precisamos de librerías que nos muevan y promocionen,
que nos lleven en volandas a los lectores que recorren las estanterías en busca
de alimento para el alma. En fin. Que sus paredes y estanterías sigan
cumpliendo muchos años. Otros 60 al menos. Siempre nos quedará la París.
"La París cumple", mi columna semanal en El Periódico de Aragón de hoy sábado 12 de agosto.
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