En la ciudad
costera las curiosas máquinas estaban por todas partes; en ellas los turistas
solían echar unas monedas para saber su futuro. Metían la mano en la máquina y
ésta, después de unos segundos, escupía una hoja en la que aparecían en varios
idiomas las típicas trivialidades adivinatorias: “Vas a conseguir el amor de tu
vida, Te va a tocar mucho dinero, Llegarás muy lejos en tu profesión...”. Nunca
olvidaré el día en que se acercaron una pareja de ancianos. El hombre, al
parecer más temeroso, no quiso saber nada de la máquina. Sin embargo la mujer,
más decidida, echó el dinero y metió su vieja mano en la ranura. Yo sonreí
pensando en lo chocante que sería si le decía “Vas a conseguir el amor de tu vida,
Llegarás lejos en tu profesión” y cosas por el estilo. Ella sonreía emocionada a su marido mientras esperaba la respuesta y yo,
con malsana curiosidad, me detuve a observarlos. En cuanto salió el papel, ella
lo cogió rápidamente, se ajustó las gafas y comenzó a leerlo. Al instante, su
rostro se crispó de indignación. Tiró el papel al suelo y empezó a golpear la
máquina con ambos puños. Su marido, asombrado, se dispuso al momento a
detenerla, pero ella lo apartó y siguió golpeando la máquina. Entonces se echó
una mano al pecho y cayó al suelo, como un fardo. Dos jóvenes se agacharon a
socorrerla al momento. Yo me encontraba en la otra acera y pasaban coches, por
lo que no podía cruzar. Uno de los jóvenes llamó a una ambulancia. Mientras
tanto, el anciano intentaba aliviar a su mujer. De repente, los ojos de la
mujer se cerraron. El otro joven le tomó el pulso. Dejaron de circular coches y
pasé a la otra acera. “Creo que está muerta”, dijo el joven, temblándole la
voz. El viejo rompió a llorar, abrazándola desesperado. Yo me agaché a recoger
el papel. A diferencia de otras veces, sólo había una línea en varios idiomas,
la cual decía: “Va a morir enseguida”.
"La verdad es cruel", mi columna semanal en El Periódico de Aragón de hoy sábado 24 de agosto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario