Hoy
sábado 29 de junio se celebra la Noche en Blanco y había pensado titular este
artículo Columna en blanco. Y dejar
la columna vacía, claro. El título y a correr. Pero luego pensé que era mucho
morro por mi parte y que no iba a colar. Por otro lado, ya había hecho algo
parecido con el cuento Relato invisible.
Uno de mis mejores cuentos, según el poeta David Mayor, ya que consta solamente
del título. Y esta tontería me ha hecho recordar una de mis últimas y gratas
lecturas: el libro perro sin nombre,
de Luis Carlos Marco Bruna, magnífico autor cuyo nombre es más largo que
algunos de los relatos incluidos en el volumen, primorosamente editado por
Prames y con prólogo e ilustraciones de Jesús Cisneros. De apenas 130 páginas,
es un libro delgadico, suavecico como un gatico (o como un perrico en este
caso), de los que a mí me gustan. Soy un lector vago, y los libros de cuentos y
microrrelatos me pierden. Cuenta con 83 relatos, ahí es nada, algunos de una
sola palabra, y algún relato, ya digo, sólo consta del título. Relatos concisos
pero certeros, que hacen buena la máxima de Baltasar Gracián: “Lo bueno, si
breve, dos veces bueno”. Y lo malo, si breve, oye, por lo menos es breve. Un
libro juguetón, ingenioso y muy divertido, que nos recuerda algo muy importante
que conviene no olvidar: la literatura es una herramienta maravillosa para
jugar. Me ha hecho retroceder en el tiempo a cuando yo escribía con máquina de
escribir y dibujaba con los signos de puntuación. Los paréntesis se convertían
en jaulas o en caderas. Los ceros se transformaban en ojos con su pupila
dentro, que era un punto. No puedo resistirme a poner un par de cuentos de perro sin nombre: Diarrea: “Cualquier mierda puede tener, encima, un mal día”. La mujer invisible: “Detrás de cada gran
Hombre Invisible hay siempre una gran mujer doblemente invisible”. Una buena
lectura estival, para releer una y otra vez.
"Lectura estival", mi columna semanal en El Periódico de Aragón de hoy sábado 29 de junio.
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