lunes, 9 de julio de 2012

DELINCUENTE AFICIONADO



La mañana le sonreía a Luis. Había un agradable sol del verano y veía feliz cómo unas palomas blancas revoloteaban a su alrededor. En su trabajo iba muy bien, era uno de los mejores, y su mujer estaba embarazada por segunda vez.
La calle que recorría estaba iluminada por rayos dorados y muy concurrida por toda clase de gente. Todo esto cambió radicalmente al penetrar en un callejón angosto y sombrío. Tal vez, también cambiaba su suerte.
De detrás de un cubo de basura salió otra basura; un muchacho desarreglado pero no desarmado. Con una navaja en su mano derecha se lanzó sobre Luis; le aferró de un brazo y le acercó la navaja hasta la garganta.
-¡Venga, da-dame la pasta! ¡Todo el di-di-dinero que lleves! –dijo tartamudeando el residuo humano.
-No, si no llevo nada... –articuló Luis.
-¡Venga, ca-cabrón, no me tontees! ¡Da-dame todo o te mato!
-Pero si te he dicho que no...
-¡Calla! ¡Mi-mira esto, hijo de puta! –indicó el ladrón, y mostró su carnet de identidad-. Aquí po-pone: “Delincuente aficionado”, y también tengo la fi-fi-ficha de drogadicto, o sea que imagínatelo. No dudaré ni un se-segundo en rebanarte el cuello. ¡Soy un tipo muy pe-pe-peligroso y conmigo no se juega!
-Ya veo, ya...
-¡Venga, la ca-cartera! –exigió el joven.
Le echó la mano al pantalón y le quitó la cartera; al hacerlo, leyó la funda despreocupadamente. Al instante, la dejó caer al suelo y apartó la navaja.
-Pe-pe-perdona, yo no sabía...
Luis le apuntaba con una pistola.
-Ya sa-sabes, un error lo tiene cu-cu-cualquiera...
-Me das pena, muchacho –dijo Luis. Frunció el ceño y acarició el gatillo.
-¡No me ma-mates! Solamente quería un po-poco de dinero –dijo el ladrón, y arrojó la navaja al suelo-. Compréndeme...
-Te comprendo. Y es más, te voy a dar todo el dinero que llevo.
El delincuente lo miró con desconfianza.
-Y todo lo que llevo encima es esta moneda de cien créditos –continuó Luis, mostrándosela-. ¡Y te la vas a tragar!
-Oye, por aquí pa-pasará alguien... y si me disparas te me-meterás en un buen lío –advirtió el muchacho ingenuamente.
-Defensa propia –sonrió Luis-. Me has atacado. Ya puedes abrir la boquita si quieres conservar tu mierda de vida.
El rostro del ladrón se tornó sudoroso.
-No di-dirás en serio lo de...
-¡Abre la boca! –exclamó Luis, y pegó la pistola al estómago del desdichado.
El ladrón abrió tímidamente la boca; Luis le metió la moneda con fuerza.
-¡Como la escupas te mato! –sentenció al ver que la intentaba expulsar con rabia, tapándole la boca al momento con una mano.
El ladrón se agitaba como un perro, presa del horror. De pronto Luis le propinó un rodillazo en el bajo vientre, y el golpe provocó que se tragara la moneda. Aterrado, sin poder hablar, el ladrón se señaló el cuello con una mano.
-Vaya, te la has tragado. Nunca pensé que lo conseguirías –dijo Luis irónicamente-. ¿Qué te pasa? ¿No puedes respirar?
El ladrón cayó de rodillas, retorciéndose.
-Pobre chico, te la tendré que sacar. Qué coño, cien créditos son cien créditos.
El muchacho intentó toser y expulsarla sin conseguirlo. Luis tomó la navaja del suelo y guardó la pistola.
-Resiste, chico. Te la voy a sacar –dijo acercando la navaja al cuello del drogadicto.
Los ojos de éste reflejaban un horror incontenible. Intentó decir algo, pero no pudo...
Luis le clavó la navaja en la garganta. El desgraciado profirió un grito ahogado. La sangre brotó como de un surtidor.
-Bueno, a ver si te la encuentro –dijo Luis tranquilamente.
Partió la nuez en dos. Después rasgó hacia arriba hasta dar con el mentón.
-Por aquí no se ve –observó-. Tanta sangre me impide ver nada.
Rajó la faringe con el temple de un cirujano. La moneda estaba alojada ahí. La extrajo con mucho cuidado. Limpió metódicamente la sangre de la moneda y a continuación la guardó en su bolsillo. Después se agachó y tomó del suelo su cartera. En la funda ponía: “Luis Gómez. Asesino profesional”.




6 comentarios:

39escalones dijo...

Si es que el intrusismo es uno de los mayores cánceres de nuestro tiempo...

Marcos Callau dijo...

Con qué esmero operó Luis al ladronzuelo. Ni el doctor Einstein de "Arsénico por compasión" hubeira sido más sádico. Un abrazo.

roberto dijo...

Di que sí, Alfredo, que hay mucho aficionado por ahí...

roberto dijo...

Pues a este relatillo le tengo cariño, Marcos, porque fue el "cuento germen" que me impulsaría a escribir después "Asesinato en el club nudista", una novela corta en la que Luis Gómez podría desarrollar su trabajo en condiciones, ya que era un personaje que pedía a gritos una aventura más larga para lucirse bien.

J.E. Alamo dijo...

Eres muy bueno, Roberto. Y el Club Nudista me encantó. ¿No habrá más historias de un asesino tan cabrón y pro?

roberto dijo...

Gracias, Joe. Tú sí que eres bueno...

Pero me temo que Luis Gómez no tendrá en principio más aventuras. Ahora mi cabeza está con otras historias...