A
los dieciocho años se quebró mi escafoides (y mi carrera deportiva). Tuve que dejar de jugar a balonmano para
siempre. Nunca se me llegó a cerrar del todo la muñeca (tuve una serie de
problemas graves y se me prohibió por mi seguridad volver a jugar: era portero,
y muy bueno, por cierto). Sin embargo, es curioso, en sueños sigo jugando. En
el mundo onírico no he abandonado mi status de portero. Me protejo el
escafoides con una muñequera milagrosa y sigo parando los lanzamientos sin
problemas. Pasan los años, ya soy un veterano y me fallan un poco los reflejos,
pero sigo jugando (aunque solamente en sueños, ya digo) a balonmano.
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6 comentarios:
Pues tiene que ser un espectáculo, con los saltos, contorsiones y braceos de los porteros, bajo las sábanas... Cualquiera lo interpretaría por otra cosa.
Metafórico, emotivo... me gusta.
Pues sí, Alfredo, uno en la cama es siempre un espectáculo...
Y muy real, Ginés. Un abrazo.
No hay que rendirse...al menos, en sueños. Me viene bien este relato ahora que estoy trabajando en el mundial de balonmano. Un abrazo.
Pues igual nos vemos mañana miércoles por la tarde, Marcos, que voy.
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