miércoles, 13 de julio de 2011

EL PLANETA ENCERRADO


Un cielo azul lleno de nubes, en algún lugar de la galaxia NGC 3660.

Un sol amarillo en lo alto.

Dos lunas blancas perfectamente visibles a la luz del día.

Bajo el cielo, una gran casa roja salpicada de ventanas.

En su interior, Sak, un lugareño de clase media, está leyendo el periódico de la mañana.

-Vaya, se han decidido a suspender definitivamente los intentos de vuelos espaciales -comenta Sak para sí, leyendo los titulares.

-¿Qué? -dice Mek, su hijo, que está junto a él en la habitación.

-Que ya no van a mandar más naves al espacio -aclara Sak.

-¿Y por qué? -pregunta Mek.

-Porque el mandarlas es un suicidio.

-¿Y por qué? -insiste el niño.

Sak suspira. ¿Por qué los niños nunca se cansan de preguntar?

-Bueno, recuerdo que hace un tiempo -cuenta Sak- decidieron mandar la primera nave espacial a una de nuestras lunas. Pensaron que se podría hacer, que sería fácil llegar. Y lo que ocurrió es que, según cuentan, cuando la nave llegó hasta las nubes, chocó contra “algo”, algo que nadie vio, y quedó destrozada.

-Vaya... -articula Mek.

-Lo intentaron con otras naves -sigue su padre-, siendo lanzadas desde distintos lugares, pero todo fue inútil. Ocurrió lo mismo una y otra vez. Sí, chocaban contra algo; no podían llegar a las lunas.

-No lo entiendo... -dice Mek.

-Yo tampoco -asiente su padre-. Es como si un dios invisible destrozara las naves. No sé..., quizás sea algo innatural el salir de este mundo.

El niño lo mira fijamente, pensando en ello e intentando comprender.

-¿Sabes? -dice Sak-, a veces creo que nuestro planeta es como ese barco que está encerrado dentro de esa botella -dice señalando la botella que descansa encima de la estantería de la sala-. ¿Entiendes?

El niño mira la botella, pero no comprende.

-Da igual, Mek. Yo tampoco lo entiendo -dice su padre.

Y sigue leyendo el periódico.

El niño se levanta de la silla y mira el cielo a través del cristal de la ventana, como intentando averiguar su secreto. Pensando en lo dicho por su padre, acerca su cara al cristal y respira profundamente... Su respiración produce pequeñas nubes blancas sobre la superficie transparente del cristal.


8 comentarios:

Marcos Callau dijo...

Pues es cierto, encerrados en una botella de cristal. Muy ingenioso, Roberto.

39escalones dijo...

Pedazo de cristal, ni el de Bohemia, oye...

roberto dijo...

Hola, Marcos, aquí estamos, encerrados en este infierno veraniego...

roberto dijo...

Buen cristal, Alfredo, y grande como él solo.

J.E. Alamo dijo...

ENCERRADOS... Quizás lo estemos. A ver quién se arriesga a que salgamos por ahí a dar por saco XD

roberto dijo...

Así es, Joe, de alguna manera todos estamos encerrados... Hay que asumirlo.

Raúl dijo...

Cómo se llamaba aquella peli del inefable Jim Carrey? Pues eso me ha recordado.

roberto dijo...

El show de Truman, Raúl. Gran película.