A las doce en punto de la noche, Cenicienta pierde un zapato mientras sale a la carrera del baile real. Esto lo observa una de sus hermanastras; como se conoce el cuento, se calza en un segundo el zapato de Cenicienta y deja en su lugar uno suyo. Cojeando ligeramente, la hermanastra se aleja del baile con una amplia sonrisa.
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18 comentarios:
¡Qué guarra la hermanastra!...Las hermanastras de antes no eran así, ellas no se conocían el cuento. Las de ahora se conocen todos los cuentos....¡qué tiempos éstos!
¿Pero era de cristal? De todas formas, el hábito no hace al monje. Quizá por eso el príncipe terminó saliendo en las galletas con esa pinta de marifloro...
Es que lo de dejarse un zapato atrás...Y de acuerdo en que el príncipe era pánfilo como el solo, ¿de verdad no era capaz de reconocer al amor de su vida? Vamos, que le digo yo a mi mujer que se ponga un zapato para ver si es ella... ¡me como el zapato!
Es que ahora la gente lee un montón, Marcos. Los tiempos cambian que es una barbaridad.
No eran de cristal, Alfredo, eso fue un error de traducción.
Un error tan afortunado y poético, por cierto, que se decidió dejar tal cual. Que quedaba mejor.
Hola, Joe. El cuento es cierto que no tiene mucha lógica, pero hay que reconocer que el simbolismo del pie que encaja perfectamente en el zapato (sin ser fetichista) me parece precioso.
Uf! Qué poca justicia poética.
A veces, los malos ganan... Aunque habría que ver cómo acaba la historia...
Para tener hermanastras así... qué mala fama!
Ay, la familia, Amaya...
Te voy a clonar para que todas las noches les cuentes tus revisiones de estos cuentos a mis hijas. ;)
Fer
Ya me gustaría clonarme, ya.
Un abrazo, Fer.
Esta cenicienta tonta...
Y estas hermanastras tan bien informadas...
Es que ahora tenemos mucha información... Internet es lo que tiene.
Hay malas muy malas.
Besos, Roberto.
Las malas muy malas. Esos son los mejores personajes.
Muy astuta, me encanta...
Besossss.
Gracias, Aniki, tienes un blog bien guapo. Un beso.
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