En el
eterno debate entre el cine y la literatura, los libros —es curioso— tienen
mejor fama y consideración que las películas. “El libro es mucho mejor”, se
suele argumentar pomposamente siempre que hay una adaptación de por medio. Sin
embargo, a la hora de la verdad (o sea, sin hipocresías), entre leer un libro y
ver una película, no hay ninguna duda: todo el mundo elige ver la película.
Pondré un ejemplo gráfico, según mi propia experiencia, para corroborar esta
afirmación. Como soy escritor (mal que me pese, que no lo digo por presumir),
cada vez que me publican un libro me regalan un montón de ejemplares que
reparto entre las amistades. En la mayoría de las ocasiones mis amigos se
quedan mirando el libro algo cohibidos, como pensando: joder, y me lo tendré
que leer. Al mismo tiempo, soy actor porno (que la literatura no da para
vivir), y al terminar mi trabajo y pagarme (cuantiosamente, por cierto) también
me regalan varias copias. En cuanto les paso las películas a mis amigos, éstos
corren raudos a verlas, sin los reparos que ponen para leer mis libros.
Comprobado entonces: la literatura no puede competir con la magia del cine.
"La magia del cine" es uno de los 60 relatos de "La sonrisa del león" (Dissident Tales, 2015). El libro está ilustrado magistralmente por Javi Hernández.
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