Hoy, 16 de enero, mientras intentaba formar un puzzle de cuarenta mil piezas que me regalaron, he sentido que pensabas en mí. He sentido que gritabas mi nombre. He sentido que me llamabas con todas tus fuerzas. He sentido tu voz, tu desesperación, tu deseo... Sin embargo, no me he atrevido a ir a verte.
Hoy, 25 de enero, todavía no he acabado el puzzle de cuarenta mil piezas que me regalaron. Creo que me costará mucho. El problema no es que sean muchas piezas, sino que las piezas cambian continuamente de forma, como si tuvieran vida propia, como si fueran de plastilina; se burlan de mí y por mucho que lo intento nunca encajan. Asimismo, he vuelto a sentir que pensabas en mí. Y me he alegrado mucho. Yo también pienso en ti.
Hoy, 4 de febrero, he tirado el puzzle de cuarenta mil piezas por la ventana. Los niños de la calle se han alegrado mucho. También he vuelto a pensar en ti. Creo que voy a ir a verte pronto.
Hoy, 12 de febrero, mientras leía por octava vez un cuento de un escritor ya fallecido, he sentido que sonreías. Al sentirlo, yo he sonreído también. Tu sonrisa me hace feliz.
Hoy, 16 de febrero, he leído por décimo novena vez el cuento del escritor ya fallecido. Creo que me estoy enamorando del cuento. No hago más que leerlo una y otra vez, una y otra vez. Al leerlo, ¿sabes?, pienso en ti.
Hoy, 23 de febrero, mientras veía una película que vimos juntos, una de las primeras que vimos juntos, he comenzado a llorar. Te echo mucho de menos.
Hoy, 3 de marzo, todavía sigo llorando. No consigo parar. Estoy adelgazando terriblemente. Te sigo echando mucho de menos.
Hoy, 6 de marzo, he acudido a un curandero para que me cure de mi llanto. Me ha dicho que mi caso es pan comido para él. Por descontado, te sigo echando mucho de menos.
Hoy, 25 de enero, todavía no he acabado el puzzle de cuarenta mil piezas que me regalaron. Creo que me costará mucho. El problema no es que sean muchas piezas, sino que las piezas cambian continuamente de forma, como si tuvieran vida propia, como si fueran de plastilina; se burlan de mí y por mucho que lo intento nunca encajan. Asimismo, he vuelto a sentir que pensabas en mí. Y me he alegrado mucho. Yo también pienso en ti.
Hoy, 4 de febrero, he tirado el puzzle de cuarenta mil piezas por la ventana. Los niños de la calle se han alegrado mucho. También he vuelto a pensar en ti. Creo que voy a ir a verte pronto.
Hoy, 12 de febrero, mientras leía por octava vez un cuento de un escritor ya fallecido, he sentido que sonreías. Al sentirlo, yo he sonreído también. Tu sonrisa me hace feliz.
Hoy, 16 de febrero, he leído por décimo novena vez el cuento del escritor ya fallecido. Creo que me estoy enamorando del cuento. No hago más que leerlo una y otra vez, una y otra vez. Al leerlo, ¿sabes?, pienso en ti.
Hoy, 23 de febrero, mientras veía una película que vimos juntos, una de las primeras que vimos juntos, he comenzado a llorar. Te echo mucho de menos.
Hoy, 3 de marzo, todavía sigo llorando. No consigo parar. Estoy adelgazando terriblemente. Te sigo echando mucho de menos.
Hoy, 6 de marzo, he acudido a un curandero para que me cure de mi llanto. Me ha dicho que mi caso es pan comido para él. Por descontado, te sigo echando mucho de menos.
Hoy, 7 de marzo, he dejado de llorar. Las hierbas y los bebedizos del curandero han dado resultado, pero te sigo echando muchísimo de menos.
Hoy, 8 de marzo, estoy empezando a notar los efectos secundarios de mi cura. Todo mi cuerpo, tanto a lo alto como a lo ancho, está aumentando de tamaño. Estoy creciendo, me estoy transformando en un gigante; soy el increíble hombre creciente. Mi corazón, como todo, está creciendo, y con él aumentan mis deseos de verte.
Hoy, 9 de marzo, le he dado una paliza al curandero y le he obligado a devolverme a mi tamaño original. El muy desgraciado, afortunadamente, lo ha conseguido. Aunque mi corazón ha vuelto al tamaño original, mis deseos de verte no han disminuido.
Hoy, 10 de marzo, sin poder soportarlo más, he ido a verte a tu casa. Al abrirme, me has sonreído. Hoy, por fin, es hoy.
10 comentarios:
Qué bonito, Roberto, qué bonito. me ha gustado mucho ese hombre enamorado que no consigue hacer encajar el puzzle porque ella no esá y no encaja nada. Muy buena metáfora amigo. También muy bueno el guiño al "increíble hombre menguante" aunque el tuyo sea creciente.
De acuerdo con Marcos, aunque, si el pobre hubiera tirado el puzzle antes, no habría perdido dos meses de su vida... Cuántos puzzles debemos tirar por las ventanas, cuántos...
Una pequeña maravilla, Roberto. Tus relatos son siempre entradas a mundos amplios.
Hola, Marcos. Ese guiño a Matheson no podía faltar, ahora que lo tengo reciente...
Hola, Alfredo. Hay puzzles endiablados, sí. Y para perder el tiempo tenemos ya tantas cosas...
Gracias, Joe. Espero que el lector se adentre luego sin miedo (y sin más indicaciones por mi parte).
No hay que esperar tanto, se expone uno a llegar tarde, y además, se sufre demasiado pudiendo evitarlo. Y el puzzle me parece una excusa.
Me ha encantado.
Besos, Roberto.
El puzzle es una metáfora, como apunta Marcos. Y sí, Irene, no hay que esperar tanto.
He sonreído y suspirado mucho leyendo esto. Que bueno, Roberto!
Deberíamos tirar más de vez en cuando esos puzzles imposibles por la ventana.
Hola, Vero, tirar cosas por la ventana sienta muy bien, sí.
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