Hay quien, para poder dormirse, cuenta ovejitas. Ovejitas blancas saltando una valla, una tras otra.
Yo, para poder dormirme, cuento mujercitas. Mujercitas desnudas de sugerentes curvas que saltan un potro de gimnasia, una tras otra. Sin embargo, el potro es bastante largo, y ellas no lo pueden saltar de un salto, y en consecuencia acaban todas sentadas sobre él, con las piernas a los lados.
Cuando me despierto, estoy siempre agotado. Eso de soñar que soy un potro...
12 comentarios:
Tiene que ser muy agotador pero... dulcemente agotador creo yo. Esto de soñar con potras, perdón... con potros ejem!, está muy bien. Sigamos soñando, ¡que no se agote el diario!. Un abrazo.
Freud se frotaría las manos con este sueño...
Pues yo tenía pesadillas con el potro. Me tocaba el segundo trimestre del año en el cole. Confirmo que eso no hay quien lo salte ni a la primera, ni a la segunda...
Hola, Marcos. El diario no se agota, descuida. Le queda mucha cuerda...
Bah, al Freud ni caso...
Hola, Vero. ¿Pesadillas con el potro? El potro puede ser una tortura, sin duda.
Serás ladino...
Yo no me podría dormir.
¡Qué manera de evocar esos potros de la escuela! ¿Pero lo tuyo no sería un plinto (o como demonios se llame)?
Hola, Raúl. Los sueños son ladinos, yo no (qué más quisiera).
Hola, José Miguel. Nada, nada, hay que dormir de vez en cuando, que es sanísimo.
Hola, Joe. Pues como se llamen... pero lo de potro suena tan bien...
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