No recuerdo exactamente cómo sucedió.
Creo que mi hija, siendo un bebé, perdió el chupete (o se le cayó al suelo y se
manchó aparatosamente) y hubo que comprarle otro a toda prisa. Ella no podía
estar sin su chupete, menuda era, cómo se ponía; qué manera de llorar. El caso
es que, nada más comprarle un chupete nuevo en una farmacia, lo metí en mi boca
para chuparlo y quitarle con mi saliva el sabor a goma, ya que no tenía tiempo
de lavarlo en casa como es aconsejable antes de estrenarlo. No me pongas esa cara
de asco, querido lector. Puede resultar un procedimiento poco higiénico, lo
reconozco, pero de este recuerdo hace ya unos dieciséis años, y entonces a los
padres nos parecía normal el chupar chupetes ajenos como forma de limpieza. Y
todo quedaba en familia, caramba. Sin embargo, al succionar el chupete el sabor
a goma no me resultó nada desagradable. De hecho, creo que me quedé chupando el
chupete bastante más rato del necesario. Resultaba tan relajante… Qué paz, qué
maravilla. Ahora entendía a los bebés. Cómo no se iban a calmar con un chupete
en la boca. Y tuve una epifanía: tendrían que fabricar chupetes para los
adultos. Sí, era un mercado que había que explotar. Los adultos también podríamos
aprovecharnos de un invento tan bien pensado y diseñado. Anatómicamente se
adaptaba de maravilla, y resultaba arrullador y muy adictivo. Al fin y al cabo,
¿a quién no le gusta chupar una teta? O un simulacro, de acuerdo, pero que daba
el pego. Era como volver a la infancia, resultaba una apetecible regresión. Y
así fue, en ese momento me vino la idea como una iluminación: hay que
comercializar los chupetes para los adultos. Se lo comenté a los amigos, a la
familia, y todos me dijeron que era una idea absurda, estúpida, y que el ser
padre me estaba volviendo más tonto todavía. Y uno, que nunca ha tenido mucha
cabeza emprendedora para llevar las ideas visionarias a los negocios del mundo
real, lo dejé estar en un rincón oscuro de mi mente. Y esta semana, muchos años
después de aquella epifanía, leo la noticia de que en China miles de jóvenes
usan chupetes diseñados para adultos como método para aliviar la ansiedad y el
estrés, dormir mejor y dejar de fumar. El producto es un boom de ventas; las
tiendas venden miles de unidades al mes. Ay, los chinos siempre nos adelantan.
Saben latín. Y chino mandarín.
"Chupetes para adultos", mi columna semanal en El Periódico de Aragón de hoy sábado 16 de agosto.
Asimismo, podéis leer la columna "Chupetes para adultos", de Roberto Malo, en el enlace de la web del Periódico de Aragón que pongo a continuación:
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