Cada noche, en la oscuridad del salón, las figuritas del belén organizan batallas y combates. Los romanos por un lado, los pastores y los reyes por el otro. A la mañana siguiente, a muchas figuritas les faltan brazos, piernas, cabezas… El pobre gato, inocente por una vez, se lleva las broncas de los dueños con serena resignación.
Curioso. Cuando era pequeño creía que, por las noches, las tres figuritas de los Reyes, con sus camellos, avanzaban cada día un poquito hacia el portal hasta que, defiinitivamente el día seis, se postraban ante el nacimiento. La magia se rompió cuando sorprendí a mi madre moviendo las figuras. Tu relato me ha recordado la anécdota. Un abrazo y felices días!
ResponderEliminar¿Y el cagón? ¿Le falta algo al cagón por la mañana? ¿La barretina, quizá?
ResponderEliminarPobre gato, ays, pobre.
ResponderEliminarUn saludo indio
Ese gato pagaba injustamente por todos los gatos del mundo. Que conste que me caen bien los gatos
ResponderEliminarBuena historia, Marcos. Lo que no harán las madres para crear magia...
ResponderEliminarEl cagón pierde la dignidad, digo yo, vamos..., que ya le vale.
ResponderEliminarUn saludo gatuno, de un pobre hombre.
ResponderEliminarLos gatos molan, JM.
ResponderEliminarJajaja pobre gatico!!! Muy felices fiestas y felices días para ti y tu familia super Roberto!!! Que 2012 sea tu gran año!!! Un abrazo!!!!!
ResponderEliminarQue tengamos un buen año, Blanca, claro que sí.
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