corría el minuto 42,
cuando tropezó con un perro ciego
y cayó al suelo
cayó, además, en un gran charco
pero se incorporó rápidamente
y siguió corriendo por la calle
corría porque le perseguía
el minuto 43,
y todavía le llevaba
unos cuantos segundos
de ventaja
sin embargo,
al doblar la esquina,
el minuto 43 atrapó y mató
al minuto 42
el minuto 43 sonrió;
había sido fácil
pero su sonrisa se borró de pronto,
cuando vio a su espalda el minuto 44
desesperadamente,
echó a correr
Magnífico. Eres un talento puro, chaval.
ResponderEliminarLo he dicho en más de una ocasión. Me encantaría ver todos tus pequeños relatos publicados. Merecen mucho la pena.
ResponderEliminarQué bueno!. Ay... la fugacidad del tiempo, ¡qué cruel!. Pero nunca tan cruel como aquí. Un abrazo.
ResponderEliminarMe gusta.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Joe (por lo de chaval).
ResponderEliminarSaldrán en papel, Manchas. Con paciencia, todo acaba saliendo.
ResponderEliminarY enhorabuena por tu libro, por cierto.
El tiempo es cruel, Marcos, desde luego. Y que no tengamos más...
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Pilar, tienes un gusto exquisito.
ResponderEliminarUn abrazo.
eres muy generoso regalándonos cuentos-poemas como este. seguro q es gratis?
ResponderEliminarTodo es gratis, como el tiempo.
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