Tras tener varios sueños eróticos con King Kong, la mujer, algo turbada por la experiencia, busca una interpretación de semejante desvarío. Un día, por fin, cae en la cuenta: está enamorada del portero de la discoteca a la que va.
No será que quiere sentirse protegida la pobre? Eso es puro instinto de supervivencia! Estoy de acuerdo con tu postura sobre los metrosexuales, Roberto.
Jejejejeje... tengo un amigo que trabaja de portero en ujna discoteca en sus ratos libres. Le hará mucha gracia tu relato. A mí me lo ha hecho.
ResponderEliminarEs que la resaca de Anís del Mono es mu mala...
ResponderEliminarAy, los porteros de discoteca, Marcos, esos grandes olvidados...
ResponderEliminarHola, Alfredo, los sueños etílicos es lo que tienen...
ResponderEliminarEspero que no exija que se depile.
ResponderEliminar¿Quién se tiene que depilar? ¿King Kong o el portero de discoteca?
ResponderEliminarLo decía por kinkón.
ResponderEliminarAh, es que con estas cosas nunca se sabe...
ResponderEliminarCreí que a las mujeres les gustaban los metrosexuales. Saludos señor Malo.
ResponderEliminarNo, los metrosexuales, creo, les gustan a otros metrosexuales.
ResponderEliminarNo será que quiere sentirse protegida la pobre? Eso es puro instinto de supervivencia!
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con tu postura sobre los metrosexuales, Roberto.
Hola, Vero, seguro que así se siente protegida, desde luego. Tienes toda la razón.
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