miércoles, 10 de junio de 2009

EN DEFENSA DEL GUIONISTA

Ayer se presentó en la Fnac de Zaragoza el libro "Los guionistas" (Eclipsados, 2009). Estuve muy bien acompañado por Carlos E. Gracia, reseñista cinematográfico, y Nacho Escuín, editor de Eclipsados, quienes me arroparon estupendamente. En las fotografías, mis dos padrinos (los dos de blanco), Carlos a mi izquierda y Nacho a mi derecha.

Fue un acto desenfadado y divertido (como muestra la fotografía) y me encontré muy a gusto. Mil gracias a todos los que se pasaron y se llevaron el libro firmado (que tiene más valor firmado, dónde va a parar).

Os pego a continuación el texto de la presentación que preparó y leyó de maravilla Carlos E. Gracia:

En defensa del guionista:

Lo primero que tengo que decir es que la invitación de Roberto Malo para presentarle su libro “Los guionistas” sólo se entiende por su carácter afable y nuestro común interés por las artes cuarta y séptima. Ambos disfrutamos de una buena lectura y del placer de la sala en penumbra. Él ha sabido dar continuidad a sus inquietudes literarias de forma regular, desbrozando el camino del propio estilo, empedrado de influencias. Yo, he evolucionado e involucionado desde la butaca de espectador a la vorágine del plató y las localizaciones en exteriores, refugiándome, más a menudo de lo que me gustaría, en la acomodada prensa especializada.
Así, Roberto, al que tengo el honor de tratar desde hace muchos años, se ha convertido en un autor al que he recurrido en más de una ocasión para aliviar el sopor de los tiempos vacíos, echando mano de unos relatos cortos (algunos cortísimos: como píldoras de ingenio con las que cobrar vigor de letraherido) en los que, no sé si por generación o similitud de inquietudes, siempre me he hallado a gusto. Nuestros caminos se han cruzado, además, de tal forma que mi posición de mero lector ha cobrado vida: he llegado a entrevistarle celebrando la publicación de alguno de sus volúmenes de cuentos e incluso llegué a mover (sin fortuna, para desgracia de los que lo rechazaron) uno, “Ojos extraños”, con la intención de producirlo como cortometraje.
Eso fue (casi) posible porque Roberto, como todo escritor, absorbe, asimila y regurgita todo lo que le rodea. Y el cine a su alrededor puede llegar a apasionarle. Pero como BUEN escritor, no se queda en la superficie de la pantalla, sino que rasga su tela para apropiarse de su ritmo, su ambiente, sus diálogos y personajes. Sólo era cuestión de tiempo que nos llegara un guión suyo. Y si es sencillo hallar en su obra todas las referencias antes citadas, no resulta complicado entender por qué su guión habla del oficio (de cómo es maltratado por sus beneficiarios y de cómo llegar a él puede ser tan costoso como fruto de la casualidad) en una suerte de metalenguaje accesible a todo tipo de lector gracias al humor del que hace gala el autor en sus divertidos diálogos y jocosas escenas.
De tal manera que, aunque en “Los guionistas” se escriba de cine porno, se habla de mucho más: de cine convencional, nuestro a veces endogámico cine patrio y de cómo en todo sistema caduco de castas cuesta hacer valer el talento o de cómo éste es rechazado cuando se extralimita del estándar aplaudido. Por eso, personajes inventados en “Los guionistas”, como Suxy, Ivana o Toni son reconocibles… incluso entre la fauna autóctona. Y no sólo en el cine de género, sino en ese arco de oropeles que abarca la cinematografía española, desde lo más caduco a lo más moderno, pasando por lo casposo, lo trillado, lo atrevido…
Cuando esta primera edición, generosamente obsequiada y dedicada por el autor, cayó en mis manos, el vigésimo-segundo certamen cinematográfico de Cannes alcanzaba su primer fin de semana, lejos aún de coronar a Haneke y Audiard como sus triunfadores de 2009. Nuestros guionistas también se esmeran por pisar La Croissete, aunque la alfombra roja los desvíe a otros odeones. No son ellos los que se avergüenzan del carácter canalla de su cine, sino algunos personajes secundarios que muestran su intolerancia mientras sueñan con el triunfo de lo comúnmente aceptado.
Y es que, desde Gerard Damiano y los hermanos Mitchell, hasta las lujosas producciones actuales, el cine pornográfico ha querido evolucionar a la par que el cine de verdad, primero ofreciendo tramas más elaboradas y un trasfondo psicológico que justificase sus producciones como arte merecedor de saltar a las salas, a principios de los setenta; y luego cosechando millones en soportes caseros de mayor calidad a medida que avanzaban en el tiempo y saliendo a la luz gracias a festivales eróticos, premios internacionales y, frente a la inmediata oferta gonzo, costosas superproducciones. En pocas palabras: la envidia del hermano menor.
Y si bien el quid de las películas que escriben estos guionistas es el sexo explícito, persiguen la calidad, si no la excelencia, que dignifique su trabajo. Son profesionales esforzados, embarrados en las arenas movedizas de un subgénero marcado con todo un abecedario escarlata. El propio Billy Wilder, aguijoneado tras el escándalo que supuso uno de sus (inmerecidos) fracasos en taquilla, Kiss me, stupid, dijo que “lo que hoy se considera obsceno, mañana será visto como algo normal”.
No sorprende, pues, que alguien con talento sea requerido para aportar una pátina de elegancia literaria entre coito y coito. El protagonista de la serie norteamericana “Sigue soñando”, producida por el inefable John Landis, llegaba, por casualidad, como nuestros guionistas, a escribir largometrajes XXX, hasta el punto de convertir una actividad laboral secundaria en su trabajo principal cuando comenzaban a lloverle elogios y reseñas favorables, a la par que galardones, por su esmerada narrativa.
Nuestra pareja protagonista enseguida remite a Pajares y Esteso (sin que ello deba entenderse como una crítica desfavorable. Todo lo contrario: elogia el moldeado de un tópico antiguo pero eficaz, transformándolo en un hábil recurso descriptivo). Este hilarante guión que bien podría caer en las manos de un renacido Ozores, de un juguetón Almodóvar o de un Colomo nostálgico, también reproduce ecos de la comedia pos-franquista, de donde salieron disecciones de una sociedad española que, en lo fundamental, se ha maquillado mucho más de lo que ha cambiado. Cuando son contratados por Paco, el productor, Raimundo y Julián son herederos de Andrés y Fernando.
Tan distintos y tan diferentes este dúo de escritores, me dan ganas de preguntarle a Roberto si los imaginó tal y como describía Wilder a las parejas de guionistas “uno escribe a máquina mientras el otro da vueltas por la habitación”. Supongo que Julián es el secretario mientras Raimundo desgasta los zapatos. Ellos, a los que les habría gustado seguir el camino literario adulto que se prometían al iniciarse en fanzines, acabarán trabajando en el mercado sólo para adultos.
No obstante, Roberto, se te ve juguetón y complacido. Se nota la ternura que te embarga al describir a estos dos pobres diablos. Pienso entonces en el oficio de guionista y en los trabajos extra-literarios a los que se ven abocados la mayoría de autores que no pueden vivir de sus palabras (o, al menos, de SUS propias palabras). Recuerdo los tejemanejes de “State & Main”, donde el guionista pasaba de escribir a producir y, de allí, en un tiempo récord, a dirigir.
Julián y Raimundo apenas cruzan la línea, pues una vez que el folio en blanco ha sido rellenado se topan con un mundo exclusivo de pibones y superdotados. Por eso tus dos guionistas son acogidos en él una vez encasillados como tales.
Por ello, siguen sujetos a empleos peregrinos. Lo de la “Frutería-Fotocopias” es casi más ingenioso que los títulos pornográficos escritos previamente a “El armario”. Y lo de la lencería… ¡Es tan freudianamente dependiente de las faldas maternas! En su ópera prima, “Las horas del día”, Jaime Rosales hacía vegetar a su homicida protagonista en similar lencería de barrio. Rosales también fue guionista de derribo… ¡En “Gran Hermano”!
Antaño, productores como el Paco pergeñado por Roberto Malo (y aún de mayor prestigio) usaban aquel cine barato, originalmente pensado para desfogar tras cuatro décadas de oprobio nacional-católico, para negocios más turbios. Era un cine barato que salía a cuenta producir para, una vez acabado, estrenarlo fugazmente y sin promoción. ¿El motivo? Por cada película española que hacía, la empresa productora obtenía una licencia de doblaje para importar un título hollywoodiense que prometía mayores réditos en taquilla. ¿Es tan diferente la actual cultura de la subvención versus las salas vacías; el artista apetente frente al público apático?
Y ya que éste es un guión sobre el propio oficio, le recuerdo a Roberto que Alfredo Landa dijo una vez que había “leído guiones hilarantes que cuando se convertían en películas no tenían gracia alguna”. Ten cuidado, pues, amigo: igual tu ilusión a 24 fotogramas por segundo se trastoca en pesadilla en manos del director y el montador menos apropiados. No quisiera ver cómo los pasajes que me hicieron elevar la comisura de los labios me dejen impertérrito ante la tela blanca. De rodarse este libro, imagino una versión sin censura y plagada de cameos. De ser así, espero que Roberto disponga de veto y anime a recolectar a lo más simpaticón del mundillo… ¡Y que me invite al rodaje!
No quiero extenderme más, sobre todo por temor a que mi recargada retórica apabulle a quien se enfrente a ella y lo deje tan exhausto que no reconozca en mis palabras elogios sin fisura hacia el texto de Roberto. Un guión ágil en su cinematográfico ritmo de comedia, lleno de momentos desternillantes y rico en reflexiones sin rascar mucho. Leí el libro de un tirón, como si viera la película, pero no seré yo quien me atreva a poner rostros en un hipotético cast sobre el que tiene más derecho a fantasear su autor… ¡o quien le compre ese derecho!
Gracias.

Carlos E. Gracia

Zaragoza, mayo-junio de 2009.

12 comentarios:

El crítico de Zaragoza dijo...

1) ¡Qué gordo me veo! Y tiene razón mi pareja: ya llevo "pelucón".

2) Ya noté un error ayer cuando leía el texto: "24 fotogramas por minuto", cuando es por SEGUNDO.

3) Me lo pasé en grande y redescubrí amistades algo aletargadas.

4) A la próxima cena, ¡me quedo!

maite mangas dijo...

Roberto, no pudimos dejar a los niños con nadie y no me pareció que era algo para ir con ellos, pero el libro nos lo tienes que firmar¿eh?, a ver como lo hacemos, igual si llevamos a los crios a algo de Galeón o si vamos a una cena del Atrapamundos, que nos apetece probar.
Felicidades poe la presentación.

roberto dijo...

1)No estás gordo, Carlos. Lo que pasa es que con mi cámara pasa como con la tele, que te saca con algún kilo de más.
2)El error lo he cambiado. Yo ni me enteré.
3)Yo también me lo pasé en grande.
4)Habrá más cenas, tranquilo.
Un abrazo, eres el mejor.

roberto dijo...

A las presentaciones (incluso a las mías) se puede ir con niños.
De hecho, había muchos chiquillos y chiquillas (la mía en primera fila), pero entiendo que la logística con dos chicos es complicada. Ya nos veremos en algún cuentacuentos Galeón. Lo más inmediato del Atrapamundos es mañana jueves, los monólogos de terror. Actividad gratuita. ¿Os animáis?

Luisamiñana dijo...

Me lo pasé en grande, compañero. Termino otra novela de otro amigo esta noche y me zambullo en esta novelaguión que me va a alegrar, seguro, los próximos días. Mucha suerte con la venta de derechos a los "producotores" (me apunto a un vermut gratis para celebrarlo;)
¡Besos, majismo!

Marcos Callau dijo...

Muy buen texto el de Carlos, desde luego. Muy natural y muy bien leído en el folio...tenía que ser así. Fue un placer asistir a la presentación de "Los guionistas"

Luisamiñana dijo...

Ah, he hecho una "tupercroniquilla", con cariño..

http://luisamr.blogspot.com/2009/06/tuperlibros.html

roberto dijo...

Gracias, Luisa, por pasarte. Y si lo vendemos a los productores lo celebraremos a lo grande. Cuenta con ello. Un besazo, preciosa.

roberto dijo...

Fue un placer verte, Marcos. Y sí, Carlos estuvo genial. Un abrazo.

roberto dijo...

Cielos, Luisa, acabo de leer tu "tupercroniquilla" de la presentación y me ha emocionado sobremanera. Eres genial, compañera.

Anónimo dijo...

Sólo quiero decir que el libro es una Maravilla, ameno, agradable de leer y optimista. Y aunque existan precedentes culturales la pareja NO TIENE ABSOLUTAMENTE NADA que ver con Esteso y Pajares!!!

roberto dijo...

Gracias, Anónimo. Asiento en todo.